Paraules de vida

JMJ con los jóvenes de Tortosa

Sergi Gordo

Sergi Gordo

El 2 de agosto, en la JMJ (Jornada Mundial de la Juventud) en Lisboa, y en la ciudad de Cascais, tuve un primer contacto, lleno de vida, de emociones, con un buen grupo de jóvenes de la diócesis de Tortosa. ¡Qué hermosa experiencia --en aquellos momentos como obispo electo de esta querida diócesis-- encontrarme con nuestra juventud, tan vital y con tantas ganas de satisfacer su curiosidad!

Encontrarnos en Cascais y con sus curas y catequistas acompañantes, fue como beber en una fuente de agua fresca. Esa tarde tuvimos un diálogo vivo e intenso, con una amplia rueda de preguntas y respuestas para intentar satisfacer la curiosidad de todos ellos. Estuvimos un buen rato dialogando, conociéndonos, desde la sencillez, explicando, repreguntando, abriendo nuevas inquietudes, en un fecundo y maduro diálogo.

Al día siguiente, con la llegada del Papa Francisco a Lisboa y el discurso de acogida a los jóvenes, escuchaba unas palabras que me sacudieron. El Papa nos señalaba que «somos una comunidad de llamados», que todos somos llamados tal y como somos, con las limitaciones que tengamos, con alegría desbordante, con ganas de ser mejores. Y nos dejaba claro lo mismo que le sucedió a él y que me hizo pensar en lo que había sucedido con el grupo de jóvenes diocesanos tortosinos: «También vosotros, esta tarde me habéis preguntado, muchas preguntas. Nunca os canséis de preguntar, nunca os canséis de preguntar. Hacer preguntas es bueno, (…) porque quien pregunta permanecerá siempre inquieto y la inquietud es el mejor remedio para la rutina. A veces una especie de normalidad nos anestesia el alma. Cada uno de nosotros tiene sus interrogantes dentro, llevémoslos en el diálogo común entre nosotros».

Os invito a todos, jóvenes y mayores, a ser inquietos ante la rutina y dejarnos sorprender siempre por el amor de Dios, que nos rejuvenece y nos da alegría. 

*Obispo de Tortosa

Suscríbete para seguir leyendo