COSAS MÍAS

Una guerra que fue ópera

Antonio Gascó

Antonio Gascó

La situación creada a la muerte del rey Martín el Humano, sin sucesión en 1410, fue calamitosa. El monarca planteaba una difícil disyuntiva al dejar sus reinos «a quien tuviera, en justicia, más derecho». La manzana de la discordia arrojada por el difunto enfrentó a los presuntos herederos que se aprestaron a resolver por las armas el litigio. Seis fueron, en principio, los aspirantes a la corona, aunque, finalmente, la querella quedó entre el conde Jaime de Urgel (bisnieto de Alfonso IV de Aragón y esposo de Isabel, hija de Pedro el Ceremonioso) y Fernando de Antequera , infante de Castilla, nieto, por su madre Leonor, la regente de Castilla, de Pedro IV de Aragón.

Como la mayoría de las tierras valencianas, las comarcas de la Plana vivieron días aciagos de enfrentamiento en este interregno, pues Castellón y Vila-real, tomaron partido por el primero, mientras que Almazora y Nules, lo hicieron por el pretendiente castellano. Por otra parte, las más poderosas familias del reino que, en un momento conflictivo por el bandidaje, andaban «a la zarpa la greña» por conseguir riquezas, dominio territorial y poder, también dividieron su fidelidad a los pretendientes.

Encendida literatura

La guerra civil tuvo un componente de exaltación pasional que la historiografía del padre Mariana, o de los cronistas locales decimonónicos Balbás y Llistar, que siguen los Anales de Jerónimo Zurita a pies juntillas, se complacieron en narrar con encendida literatura. No es extraño que el conflicto sirviera de base argumental a García Gutiérrez para su drama El trovador, musicado posteriormente por Verdi en una de sus más románticas óperas.

Castellón resistiría en su porfía a favor del conde catalán, logrando ante sus muros, una clara victoria contra un colectivo de tropas leales al Trastamara castellano, comandadas por Antonio de la Cerda, que se dejó la vida en el campo de batalla. Nules y Almazora tuvieron sus más y sus menos con la capital de la Gobernación, con escaramuzas que se cobraron vidas y redadas de prisioneros. De poco les valió, como es sabido, el rey sería Fernando de Antequera.

Cronista oficial de Castelló

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