LA RUEDA

Homo loquens

Henri Bouché

Henri Bouché

Anoche soñé (todas las noches sueño en demasía) dando un discurso (esto es infrecuente o casi único en mi), que no sé si terminé ni cómo terminó, a pesar de mi interés en saberlo al despertar. Solo recordaba que había pronunciado muchísimas palabras como homo loquens que soy y somos: el ser que habla, a veces de manera racional, a veces no. Y, ya en la vigilia, recordé también aquella novela de Delibes, La hoja roja, en que el protagonista, sin dar respuesta, se pregunta cuántas palabras se pronuncian al cabo del tiempo por una persona.

Ahora en plena vigilia pienso que la palabra es mucho más importante de lo que normalmente valoramos. Sirve para ensalzar, confundir, enfadar, reír, llorar y todas las actividades humanas, aparte de dar a comer a quienes vivimos de ella. Es un potentado, decía el presocrático Gorgias, que con un cuerpo pequeño puede realizar obras divinas, ofender o producir gozo.

Defender la verdad

Por otra parte, la palabra puede ser manipulable y no responder a la verdad. Un leve repaso a la historia nos instruye sobre este particular: desde la erística (herramienta de enseñanza de los filósofos presocráticos) hasta los discursos actuales. En el primer caso, algunos oradores pretendieron «ganar el pleito» antes que defender la verdad.

La dialéctica es, igualmente, una técnica de discusión que intenta descubrir la verdad mediante la confrontación de argumentos contrarios entre sí.

De esto ya habló, y bien, Aristóteles en los Tópicos cuya inspiración recogió Schopenhauer para elaborar sus 38 Estratagemas en El arte de tener razón, una especie de trucos dialécticos: partir de premisas falsas con el fin de provocar al adversario y desconcertarlo o confundirlo.

Desgraciadamente bastantes de estos recursos siguen utilizándose todavía. Escuche con atención el lector los discursos y debates o parlamentos de nuestros días para cerciorarse de cuanto decimos, sin que --hay que ser sinceros-- también se escuchen con agrado conversaciones equilibradas y sensatas. Que de todo hay en la Viña del Señor.

Profesor

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