EL TURNO
Sí libertad de expresión, no violencia
Es ciertamente triste que tengamos que emplear papel y tinta en defender esta premisa que postula la defensa del ejercicio de la libertad de expresión, como derecho y expresión máxima de un Estado de Derecho, y nos esforcemos en negar la manifestación de cualquier gesto violento inferido en nombre de esa libertad de expresar nuestras convicciones. Y es que las premisas deben servirnos de punto de partida de un razonamiento que queremos justificar. Porque vivimos inmersos en un Estado del bienestar donde gozamos de un sistema democrático que, aunque no perfecto, nos permite la libre y pacífica convivencia en nuestro país con el resto de nuestros compatriotas y personas que comparten con nosotros sus proyectos de vida.
Sin duda, ha llegado el momento, ante la situación política que vivimos y que no todos compartimos, de que queramos decir alto y claro qué pensamos, en qué creemos y que defendemos. Y eso está muy bien en cualquier país democrático que se tercie. Y si es en España, mucho mejor. Pero lo que sí no ampara este derecho a la libertad de expresión son los actos vandálicos, la violencia al fin y al cabo. Ahí es donde los individuos profundamente democráticos han de marcar la diferencia con quienes ejercen la delincuencia en nombre de las ideas.
Catervas de energúmenos
Cierto que la situación política actual genera malestar en un amplio sector de la población, ya que no compartimos el alto precio que los independentistas, y otras formaciones políticas, quieren hacer pagar a cambio de sus votos de apoyo en la investidura del actual presidente del gobierno de la nación en funciones, el sr. Sánchez, para que pueda formar gobierno para los próximos cuatro años. Sin embargo, insisto, esto no es óbice para que catervas de energúmenos campen a sus anchas quemando contenedores, coches, lanzando piedras y agrediendo a personas que pasaban por allí o a los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado. No hay justificación alguna para la violencia en ningún caso. Vaya por delante la enérgica condena a cualquier acto que busque en la violencia un aliado.
Sin duda, son momentos convulsos, no solo en Madrid, sino también en las pequeñas ciudades y pueblos de toda España, y es momento de mantener la templanza y usarse de la Palabra en mayúsculas para convencer con argumentos, sentido común y leyes justas a nuestro país, su cultura, la independencia de los poderes del Estado, la Democracia y nuestro Estado de Derecho. Pensemos y hagamos ver que toda acción tiene sus consecuencias y que toda concesión también las tiene. Que una ley de amnistía no es la solución. Nuestra mejor arma la palabra, nuestra mejor defensa, la responsabilidad y la justicia; la mejor aliada, la libertad de expresión, eso sí, despojada de cualquier atisbo de violencia.
Alcaldesa de Oropesa del Mar
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