COSAS MÍAS

El ‘turnismo’ en Castelló

Antonio Gascó

Antonio Gascó

A las nueve de la mañana del 25 de noviembre de 1885 fallecía, a los 28 años, el rey Alfonso XII víctima de la tuberculosis. Para asegurar el sistema turnista conservador y liberal, las camarillas cortesanas ponen en boca del médico de cabecera, Laureano García Camisón, que el desahuciado soberano le espichó a su esposa con la espontánea campechanía que le caracterizaba: «Crista, el coño quieto y de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas». Esa voluntad se refrendó en el llamado Pacto del Pardo, casi junto a la cama del moribundo Borbón, los dos estadistas se compadrearon para perpetuar el sistema de la alternancia de partidos, respetando mutuamente la constitución de 1876, mientras durase la regencia de María Cristina de Habsburgo, la reina viuda.

Dos días más tarde de la muerte del monarca, el líder liberal fusionista asumía la presidencia del Consejo de Ministros y convocaba elecciones generales para el mes de abril siguiente. Su nueva presencia al frente del gobierno supuso importantes cambios en la política castellonense, respecto de la caída del alcalde José Tárrega. Poco antes de los comicios, se celebra en enero de 1886 un banquete en Castelló en homenaje a Ruiz Zorrilla, que sirve para unir las discrepancias de los chalistas y los bebés. El zapatero político vuelve a ser nombrado presidente y ocupan las dos vicepresidencias Mateo Asensi, del grupo de Fernando Gasset, y Cipriano Gimeno, del de González Chermá.

Control de los sufragios

Los comicios de abril suponen en Castelló un nuevo triunfo del partido sagastino. Una vez más, la camarilla de Victorino Fabra dio muestras de su concienzuda competencia en el control de los sufragios de la provincia, al extremo que Pi i Margall, que contaba con los votos de todo el sector demócrata progresista y se presentó por la circunscripción de Castellón, no alcanzó acta de diputado, lográndola en cambio el periodista madrileño Emilio Sánchez Pastor, que ya había conseguido escaño en 1881 por el distrito de Lucena, amparado, obviamente, por el valedor del calzón corto, que por algo le apodaban: el tío Pantorrilles.

Cronista oficial de Castelló

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