VIVIR ES SER OTRO

Vagalume

Según este personaje de la novela de Llamazares tenemos tres vidas: la pública, la privada y la secreta

Carlos Tosca

Carlos Tosca

Dice un personaje de la última novela de Julio Llamazares, Vagalume, que las personas tenemos tres vidas: la pública, la privada y la secreta. El libro trata de la última de ellas, la secreta, aquella que escondemos a todos, incluso a nuestros seres más cercanos y queridos. En esa obra de ficción aparecen escritores que nadie sabe que lo son, que escriben porque sí, para ellos, por el placer de generar historias, o a saber cuál es el motivo, porque ese es uno de los leivmotiv de la trama: por qué se escribe, para qué.

Aparece la obsesión del autor leonés al respecto de qué es ser escritor. Su teoría dice que para adquirir esa categoría uno debe escribir aunque nadie le publique. Concuerdo con él, y eso que soy editor y mi trabajo consiste precisamente en dar a conocer la obra de gente que escribe (no todos ellos escritores, si seguimos la teoría del leonés).

Las cosas que nos gusta hacer no tienen por qué ser productivas y reportarnos la admiración de los demás. Ni siquiera resulta necesario el desempeñarnos bien en ellas. Basta hacerlas con gusto, para satisfacernos a nosotros mismos. Hablé hace un tiempo de mi afición por el ajedrez a pesar de lo negado que soy en el tablero.

Vivimos un tiempo muy centrado en el yo. Me temo que esta columna también pone el foco en el interior de nosotros mismos, al menos hoy. El individuo toma las riendas frente a la colectividad. Y esto, como todo, posee ventajas y desventajas: ayuda a mejorar al conjunto de la humanidad, y también la desgasta. Aunque, pienso que, pese a dar pasos hacia atrás, el hombre suele imponerse a las circunstancias y avanzar, mejorar. Vencemos en las batallas hasta la inevitable derrota final.

Llamazares contaba en la presentación de su libro --qué gran herramienta Youtube que nos permite asistir a eventos de esta categoría a los que vivimos en provincias-- la historia de Mario Lacruz, editor como yo, aunque él se movió entre la élite nacional de las letras. Ambos compartimos el gusto por escribir de forma, digamos, secreta. En el caso del que fuera director editorial de Plaza y Janés o de Seix Barral entre otras, nadie conocía ese desempeño. El mío, sin embargo, es conocido por mi entorno y, ahora, al explicarlo aquí, se vuelve público. Los dos tenemos fácil publicar, más allá de la calidad de los textos paridos. En el caso de Mario Lacruz, dicen, su prosa es excelente y merecedora de ser conocida por los lectores, lo que acabó ocurriendo ya que sus herederos sacaron a la luz varias de sus novelas inéditas. Todavía no puedo valorarlas desde la perspectiva de lector, pero lo haré en breve.

Antagónicas

Qué sabemos de la gente, de nuestros vecinos, de los amigos o de la familia. De nuestra pareja. Cuántas sorpresas nos llevaríamos si pudiéramos meternos en sus cabezas, saber qué piensan del mundo en general o de nosotros. Seguro que en más de una ocasión ocurriría que la faceta privada y la pública, además de ser distintas, resultarían antagónicas. ¿Es ello posible? Me temo que sí, pese a que en un primer examen de conciencia creo que todos diríamos lo contrario, que no. Pero si rascásemos un poco quizá aflorase esa vida secreta y extraña, que ocultamos a los demás. Ojo que no tiene por qué ser algo negativo, como sucedía en la novela que comentaba al principio. Solo que tal vez muestre un aspecto de nosotros que no querríamos fuera conocido por los demás.

Seguro que, cuanto menos, todos tenemos, alguna menudencia inconfesable e, insisto, no necesariamente desagradable, pero sí contraria a nuestro proceder público o privado.

Editor de La Pajarita Roja

Suscríbete para seguir leyendo