“Nadie me alquila un piso, duermo en la calle”

Emilia Oro lleva cuatro meses en un portal. Le propusieron ir a un albergue, pero busca vivienda para estar con su hijo

Emilia Oro duerme en el entresuelo de un edificio.

Emilia Oro duerme en el entresuelo de un edificio. / BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Alfonso Loño

Emilia Oro Sucasas regresó hace cuatro meses a su Lalín natal (Pontevedra) desde el barrio madrileño de Vallecas, donde pasó por momentos dramáticos. Con la ayuda de un sacerdote fue a la localidad gallega y, una vez aquí, el párroco, Marcos Torres, le gestionó a través de Cáritas un alojamiento provisional en una pensión y gastos de manutención.

Un tiempo después, Emilia pidió amparo a los servicios sociales municipales, que comenzaron a analizar su caso e instruyeron el correspondiente expediente para ver en qué medida podrían ayudarla. Pero mientras tanto esta mujer –natural de la parroquia de A Veiga– pasa las noches en el rellano de un edificio porque, asegura, “nadie me quiere alquilar un piso y ya estoy cansada”, confiesa.

Percibe una pensión de la Seguridad Social de 480 euros mensuales, que no le alcanza para afrontar en solitario la renta de una vivienda, a la que se quiere llevar a su hijo, llegado también desde Madrid para trabajar en una empresa lalinense y que comparte piso con un amigo. Más allá de que su pensión le dé para vivir, lo que más le pesa a Emilia es que nadie quiera alquilarle una vivienda o que le pidan una renta que considera desproporcionada. Si dormir en la calle ya es dramático y pisotea la dignidad de cualquier individuo, estos días tampoco puede disponer de un solo euro porque la tarjeta de su cuenta de una entidad financiera que solo opera en internet no le funciona. Sospecha que alguien, como le ocurrió en Madrid, “quiere sacarme del medio”.

Reconoce que el ayuntamiento le ofreció acudir a un albergue, pero se negó, pues desea una vivienda digna y, sobre todo, un techo para compartir con su hijo y que un nieto, hijo de este, pueda venir a Lalín para reunirse con ambos.

Una frase sobre este caso es suficiente para que la concejala de Benestar Social, Carmen Canda, detalle la labor realizada por este departamento municipal; además, se da la coincidencia de que la edil reside en el mismo edificio al pie de cuyo portal Emilia pasa las noches. Canda asegura que esta mujer [extremo corroborado por ella] no quería empadronarse, requisito esencial para que técnicos municipales comenzasen a trabajar, aunque finalmente accedió. A pesar, asegura Canda, de que la normativa establece que para el acceso a las ayudas a vivienda es preciso que el beneficiario lleve seis meses empadronado, el Concello está dispuesto a ayudarle con el alquiler siempre y cuando encuentre una vivienda.

El ayuntamiento le facilita la comida a diario, que recoge en una residencia de la localidad. “Tenemos todo estudiado, con informes de Servicios Sociales o de la Policía Local, pero no podemos hacer más que ayudarle con el alquiler, pues no tenemos pisos, ya que existe una gran demanda, apunta Canda. Asimismo, asegura que le propuso a Emilia acudir al centro de salud para disponer de un informe sobre los problemas que tiene en sus piernas, pero ésta no lo consideró.