Si saltan las alarmas, las quitamos. Si nos detienen porque las hemos quitado, las dejamos en otras prendas. Así funciona la pillería de las bandas dedicadas a los hurtos en comercios de Castellón. Este es el nuevo modus operandi de los viejos conocidos para el Cuerpo Nacional de Policía cuando se cumple un año de servicio del grupo dedicado a la prevención de hurtos.

La última detenida, una española de 32 años de edad, cayó el jueves en un establecimiento del centro comercial Salera. E.T.S.P. intentó sustraer prendas valoradas en más de 420 euros después de arrancarles las alarmas con un aparato idéntico al que utilizan las dependientas en las tiendas. La arrestada no era debutante. Más bien al contrario. Su expediente policial reveló otros seis antecedentes delictivos.

La historia se repite en otros tantos individuos que se organizan en bandas para el robo y la distribución de los productos sustraídos. Su dedicación exclusiva a estos menesteres es un arma de doble filo para ellos, ya que les permite perfeccionar las técnicas pero, al mismo tiempo, les hace más vulnerables al asedio policial. No en vano, son caras conocidas en el círculo delictivo, a excepción de los delincuentes extranjeros. La ropa, la perfumería y las bebidas alcohólicas son los productos más demandados. “Siempre son los mismos. Nosotros les conocemos y en las tiendas también saben quiénes son”, indican desde comisaría.

PÉRDIDAS // Si hasta la fecha la práctica más habitual era la retirada de las alarmas para evitar que sonaran los detectores, los delincuentes han optado por reinstalar estos dispositivos en otras prendas. Ello supone que la ropa queda inservible para la venta por los agujeros provocados por los mecanismos, incrementando así las pérdidas de los comercios.

No es la única vía que siguen para hacerse con el material que después pondrán a la venta en el mercado ilícito. Entre los últimos modus operandi también aparecen las bolsas de los establecimientos, pero forradas para ocultar la mercancía. Hasta la fecha apostaban por forrar sus propios bolsos, pero agotada esta práctica han optado por recubrir las de papel-cartón que regalan en las tiendas y así sorprender a los agentes.

Otra de las técnicas más frecuentes es la de ocultar los objetos robados bajo un bañador que los asaltantes utilizan a modo de ropa interior. Este modus operandi ha valido la etiqueta de la banda del bañador a quienes actúan bajo esta técnica. Los dispositivos electrónicos pequeños son su principal botín. Fáciles de ocultar, USB, iPod, mp3 y otros elementos similares son susceptibles de escurrirse entre la malla elástica del bañador. H