CUENTA ATRÁS PARA EL ASESINO EN SERIE DE CASTELLÓN

Solo queda un mes: JFV encara su últimos días en prisión tras 25 años entre rejas

Aunque tiene prohibido venir a Castellón en una década, después podría regresar

Imagen de las dependencias de la cárcel de Herrera La Mancha, donde cumple su condena el asesino en serie.

Imagen de las dependencias de la cárcel de Herrera La Mancha, donde cumple su condena el asesino en serie. / MEDITERRÁNEO

Apenas un mes es lo que le resta al asesino en serie de Castellón Joaquín Ferrándiz Ventura (JFV) para ser un hombre libre. Será el próximo sábado 22 de julio cuando las puertas de la cárcel de Herrera la Mancha (Ciudad Real) se abran para el hombre que mató a cinco mujeres entre 1995 y 1998.

Con 60 años y tras cumplir la pena máxima por sus cinco crímenes --25 años-- el castellonense podrá empezar una nueva vida. O, más bien, reanudarla. La misma, sin embargo, deberá comenzarla lejos de la provincia, a donde tiene prohibido acercarse durante la década siguiente a su salida.

Pasado ese tiempo y aunque resulte poco probable por la alarma social que genera --especialmente en la tierra que lo vio nacer y que sufrió sus asesinatos-- y el poco o nulo arraigo que tiene ya en la provincia, podría incluso decidir volver a instalarse en Castellón para vivir sus últimos años.

Lo cierto es que, pese a la escasa información que ha trascendido de su estancia en prisión durante todos estos años, en los últimos meses Ferrándiz ha sido protagonista por el revuelo generado por sus permisos penitenciarios.

Permisos penitenciarios

Como publicara este diario el pasado otoño, el asesino en serie disfrutó de tres o cuarto salidas de varios días y estuvo tutelado por los padres trinitarios de la localidad de Valdepeñas y bajo la tutela del párroco de prisión.

Según pudo conocer este diario, JFV permaneció durante sus salidas con la comunidad trinitaria del municipio, ubicado a 47 kilómetros del centro penitenciario. Lo hizo por mediación del sacerdote de Herrera la Mancha y en una asociación que favorece la reinserción de los presos.

Estuvo en un piso tutelado

El primero de los permisos de los que recientemente disfrutó el asesino en serie tuvo una duración de cuatro días, mientras que en siguientes ocasiones las jornadas ya se extendieron a seis. Durante esos días, Ferrándiz permaneció en un piso tutelado en el que los internos tienen unas normas que cumplir. Entre las más comunes están la de una hora límite de llegada a la casa y la prohibición de consumir alcohol o drogas.

Cuando se presencia trascendió en Valdepeñas, la preocupación entre los vecinos se hizo más que evidente. Tanto es así, que llegaron a iniciar una campaña de recogida de firmas para pedir que el reo no regresara a la entidad con la que colaboraba. Unas 200 personas se adhirieron a la petición en las primeras horas.

Tal fue el revuelo, que la asociación con la que colaboraba Ferrándiz --dentro del Programa Tomás de la Virgen con el que la Fundación Prolibertas-- se apresuró a enviar un comunicado a los medios en el que intentaba calmar los ánimos y dejaba claro que no estaban previstas nuevas estancias del castellonense allí.

Aunque este periódico intentó hablar con el Ayuntamiento de Valdepeñas, los responsables de Prolibertas que habían estado en contacto con JFV y también con el párroco de la prisión, ninguno de ellos quiso hacer declaraciones al respecto del asesino de mujeres.

El sentir de las familias

Pero lo cierto es que aunque Ferrándiz salde su deuda --judicial-- con la sociedad, las familias de las víctimas viven su excarcelación con rabia y angustia. Es el caso, como publicó ayer este periódico, de Jaime García --hermano de Amelia Sandra, la última asesinada--. Tanto su vida, como la de su familia, quedó destrozada tras los atroces crímenes de Ferrándiz, como reconoció ayer en una entrevista concedida a este diario.

Su hermana Sandra tenía 22 años cuando tuvo la mala suerte de cruzar su camino con el de JFV. Jaime, solo 17. La muerte de la joven sumió a toda la familia en una depresión de la que nunca se pudieron recuperar. Los padres, Jaime y Josefa, murieron hace casi 20 años, víctimas del alcohol, el primero, y de un desgraciado accidente, la segunda. Jaime perdió a su hermana de adolescente y quedó huérfano con solo 23 años. «Voy a asegurarme de que no viva tranquilo cuando salga», dice.