La lluvia no aguó la fiesta. Aunque el cielo permaneció encapotado durante buena parte de la tarde, algunos rayos de sol se colaron para iluminar el Pazo de Oca, en A Estrada. Un escenario de ensueño que la instagramer viguesa Lucía Bárcenas escogió junto a su ya marido, el aristócrata Marco Juncadella, para celebrar su boda. Un enlace que congregó a algunos de los rostros más conocidos de las redes sociales, como son María Pombo, María Fernández Rubíes y Lucía Vidaurrueta. De hecho, fueron muchos los curiosos que se acercaron al Pazo de Oca para conocer más cerca a las instagramers, que accedieron a sacarse fotos con algunas de sus fans.

Marco Juncadella y Lucía Bárcena suben al Porsche. BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Sin embargo, el gran protagonismo de la tarde de ayer recayó sobre los novios. La ceremonia, que estaba previsto que diese comienzo sobre las 16.30 horas, se retrasó un poco, aunque el Pazo de Oca empezase a recibir a sus invitados sobre las 15.45 horas. De hecho, la primera en llegar fue la madrina y madre del novio, la princesa Cristina de Hohenlohe, que destacaba por su largo vestido azul. Su hijo Marco Juncadella no tardó mucho en llegar. Aún no eran las 16.00 horas cuando el novio apareció en las inmediaciones del Pazo conduciendo un Porsche negro. Después de aparcarlo en la entrada del conocido como Versalles gallego, Marco Juncadella se reunió con su madre y esperó a que fuesen llegando los siguientes invitados. Las próximas en aparecer fueron María Pombo y su marido, Pablo Castellano. También los acompañaba su hermana, Marta Pombo, y su amiga, María Fernández Rubies.

La princesa de Hohenlohe con su hijo. BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Los invitados, entre los que también estuvo Jaime de Marichalar, se fueron congregando en los exteriores del pazo, a la espera de que entrase la novia y diese comienzo la ceremonia. Conforme el reloj se iba acercando a las 16.30 horas, los invitados fueron acercándose a la capilla y tomaron asiento en las sillas habilitadas para ello. La pequeña iglesia anexa al Pazo de Oca cuenta con unas reducidas dimensiones que obligaron a la organización, que corrió a cargo de La Petite Mafalda, a instalar unas sillas de madera en los exteriores de la capilla. Así se logró dar asiento a los invitados a la ceremonia religiosa, que pudo escucharse a través de los altavoces instalados para tal efecto.

Jaime de Marichalar también asistió. BERNABÉ/JAVIER LALÍN

Sin embargo, el momento más esperado por todos los allí presentes era la aparición de la novia, que salió del Pazo de Oca acompañada de su padre y luciendo una radiante sonrisa. Conforme fue avanzando por el camino empedrado que la dirigía a la capilla, Lucía Bárcena fue traduciendo su rostro en muecas de emoción contenida. La novia fue caminando con su largo e imponente velo hasta introducirse en la capilla, donde la esperaba el resto de su familia y, sobre todo, el novio: Marco Juncadella.

María Pombo y su marido Pablo Castellano. BERNABÉ/JAVIER LALÍN

La ceremonia dio comienzo sobre las 16.45 horas. Un himno emocionante como el Hallelujah resonó con fuerza en la iglesia y se dejó oír en las inmediaciones del Versalles gallegoEn la ceremonia religiosa se recordó cómo se habían conocido los novios y lo bonita que había sido su historia de amor. La mayor parte de los invitados, tanto sentados como de pie, seguían el acto religioso desde fuera, a la espera de poder rociar a los novios con el tradicional arroz.

Fue alrededor de las 17.30 horas cuando se comenzaron a sentir los gritos de júbilo. Lucía Bárcena y Marco Juncadella ya se habían dado el sí, quiero y se habían convertido en marido y mujer. Los dos desfilaron por la larga hilera de invitados que se situaron a los dos lados de la entrada de la capilla, coreando a los novios y rociándoles el arroz. La radiante pareja se dirigía hacia el final del trayecto, donde volvía a esperarlos el Porsche negro de los 70 en el que había llegado Marco Juncadella. El novio abrió la puerta a su ya mujer, que lucía una sonrisa de oreja a oreja incomparable. Lucía Bárcena, mientras su marido arrancaba el motor, irrumpió en el techo del coche con su ramo de flores y saludando a familiares y amigos. Los dos salieron, a la espera de entrar de nuevo en el Versalles gallego para coronar el día más feliz de sus vidas en los jardines del Pazo. Así, pudieron disfrutar de su romántica velada y seguir celebrando la conocida como “boda del verano en Galicia”, que congregó a una buena parte de las celebridades del país y de la nobleza.