Una vez más, el Ayuntamiento de Vila-real ha anunciado el lanzamiento de una nueva ofensiva contra la presencia, abundante en muchos casos, de las defecaciones de los perros en la vía pública. Personalmente, pienso que es una tarea inútil. Todo el mundo sabe que no tiene que sacar a pasear el perro y más si es con el propósito de que el can haga sus necesidades fisiológicas sin que después su dueño recoja las mismas. Y es que habría que poner un guardia cada 50 metros para que la orden, previa multa, fuera acatada y observada por los propietarios de estos animales.

Pero hay una cosa que no me consta que hasta ahora la haya puesto en marcha ningún Ayuntamiento. Esto es prohibir el pasear a los perros atados o sueltos. Dicho en una frase: que el que quiera tener perro que aguante dentro de su casa todas las impertinencias, y lo digo en beneficio de la salud pública. Y, de esta manera, puede que sea la única forma de liberarnos de esta auténtica plaga de cacas.

Se imagina el lector si el número de perros que defecan en la vía pública, poniendo en peligro a los peatones y también la salud pública, se cambiara por vecinos que dejaran sus detritus en la calle? Pues sería una marranada, como es en el caso de los canes. H