En muchas ocasiones, puede que demasiadas, el arte no se valora en su justa medida. Al menos, así lo entienden quienes conocieron al artista vila-realense Juan Bautista Llorens Bort, quien falleció anteayer a los 80 años. Durante su trayectoria profesional se caracterizó por su buen hacer como pintor y dibujante. Fue como un fotógrafo con pincel.
En sus lienzos no solo reflejó paisajes --buena parte de ellos de su Vila-real natal-- y retratos, sino también el espíritu de lo que pintaba o dibujaba. Eso sí, la ciudad reconoció su trayectoria artística concediéndole en el 2019 uno de los Premis 20 de Febrer. Y, colaborador habitual de la Fundació Caixa Rural Vila-real, mostró sus trabajos durante años y en numerosas ocasiones en las salas de exposiciones de esta entidad.
Y también deja un importante legado de su arte en viviendas particulares o inmuebles públicos o de entidades privadas. Y es que la lista de exposiciones en las que mostró sus trabajos --la primera de ellas en 1973-- supera el centenar en diferentes municipios castellonenses, así como en galerías de València, Madrid o Valence d’Hagen, en Francia.
Pasión por su pueblo
Es, muy probablemente, el pintor que ha trasladado a sus lienzos en más ocasiones lugares, costumbres, profesiones o fiestas de Vila-real. En sus cuadros no faltan los collidors, las capurulles o el Cristo Yacente de la Semana Sana, el parany, los bous al carrer o los populares pastorets.
Como dibujante dejó su herencia artística en las portadas y carteles de las fiestas patronales de 1970, de 1982 a 1985 y en 1988, al conseguir los primeros premios del concurso anual que se convoca para ilustrar los tradicionales llibrets de festes.
Como retratista --otra de sus más marcadas facetas-- deja una extensa lista de encargos personales, así como las imágenes de los religiosos vila-realenses beatificados por Juan Pablo II que se hallan en la Capilla de la Comunión de la iglesia arciprestal.