Siete siglos y medio de Iglesia en Vila-real

Ayer fue 22 de febrero. Una fecha marcada en el calendario, por cuanto fue en ese día y ese mes, pero de hace 750 años, cuando el rey fundador de Vila-real, Jaume I, dio carta de presencia a la Iglesia, con el nombramiento de Juan Gutiérrez como capellán y rector de la villa a la que solo dos días antes, el 20 de febrero de 1274, concedió la Carta Pobla.

La ubicación inicial del templo sigue siendo, a día de hoy, un misterio, por cuanto no hay documentación que señale su emplazamiento. Aunque existe una leyenda que recoge mosén Benito Traver en sus escritos, que habla de que el edificio se ubicaría en una de las esquinas de la actual calle Major Sant Jaume con La Sang de Crist.

Sin embargo, el derribo en la segunda mitad del siglo XIX del edificio en cuestión, que fuera sede de la Confraria de Sant Jaume, determinó que no estaban los supuestos restos medievales de que hablaba Traver.

Emplazamiento

Y no sería hasta el 29 de mayo de 1295 cuando se conoce el emplazamiento del nuevo templo, que sustituiría al existente durante los 21 años anteriores, gracias al documento en el que Jaume II, hijo de Pere III y nieto de Jaume I, otorgaba licencia a los vecinos de Vila-real para cambiar la localización de la iglesia originaria y que consideraba poco idónea.

Erigieron el templo gótico, pegado a la muralla y junto al Portal d’Onda, que siglos después dio paso a la actual parroquia arciprestal de Sant Jaume.

En definitiva, siete siglos y medio de presencia eclesiástica en Vila-real, que son motivo ahora de unas celebraciones extraordinarias que, como ya ocurriera hace medio siglo, cuando se cumplieron los 700 años de la fundación de la villa y de la parroquia, han llevado a la arciprestal vila-realense las imágenes de los patronos, la Mare de Déu de Gràcia y Sant Pasqual, así como la del Cristo del Hospital, que comparten espacio en el mismo altar mayor.

Templo actual

Aquel templo gótico, para el que Jaume II dio autorización a finales del siglo XIII, sufrió con el paso del tiempo diferentes ampliaciones y modificaciones. La más destacable fue la que dio forma, después de los 27 años que duraron las obras, a la actual iglesia arciprestal, de estilo neoclásico y que quedó acabada en 1779. 

Su eje central tiene una longitud de 75 metros, a los que se suman los 45 del crucero. Unas medidas que, junto a los 3.375 m² de superficie, la convierten en una de las iglesias parroquiales más grandes de España.