El debate está servido. Desde que la venta de la Casa del Marqués volvió a anunciarse y, con ello, la posible adquisición por parte del Ayuntamiento de Benicarló, el tema ha levantado cierta polémica en la opinión pública. Así, mientras algunos ciudadanos son partidarios de que el inmueble, declarado bien de interés cultural (BIC) en el año 2007, pase a formar parte del patrimonio municipal; otros argumentan que la inversión es totalmente injustificada en la tesitura económica actual. Más, cuando existen otras actuaciones más perentorias para el interés de la población.

La Casa del Marqués es un edificio de finales del siglo XVIII y entre sus características más relevantes destacan los paneles cerámicos valencianos de la cocina y la capilla. Sin embargo, desde hace cuatro años, buena parte de los zócalos cerámicos de la capilla ya no se encuentran en su ubicación original, sino que han sido arrancados para ser restaurados, según explicó el propietario del inmueble, Santiago Espinosa.

Precisamente, este hecho es otro de los que ha generado controversia, dado que la capilla era el único oratorio de esas características conservado in situ en toda la Comunitat Valenciana, lo que le confería un gran valor.

Según la legislación vigente, en los monumentos declarados BIC no se pueden ejecutar obras que afecten directamente al inmueble o a cualquiera de sus partes sin autorización de la administración, aunque en este caso la extracción de los azulejos contaba con el visto bueno de la Conselleria de Cultura y los permisos de obras pertinentes emitidos por el Ayuntamiento. De todos modos, la licencia no contemplaba la reposición de los mismos.

Sin embargo, el propietario confirmó a Mediterráneo su compromiso de volver a colocarlos en su ubicación original antes de vender el inmueble. Pese a ello, muchos vecinos son de la opinión que el edificio, con la capilla prácticamente desmantelada, ha perdido parte de su valor, máxime el conflicto estético que supone toda restauración parcial.

La Casa del Marqués ha sido puesta a la venta por 2,5 millones de euros, pero Espinosa está dispuesto a aplicar una sustancial rebaja en el precio y a ofrecer todo tipo de facilidades, como el fraccionamiento del pago hasta en 10 años, en el caso de que fuera el consistorio el que, finalmente, adquiriera el BIC. De hecho, el propietario, arquitecto de profesión, incluso se ha ofrecido a elaborar y dirigir el proyecto de restauración que debería realizarse en el inmueble, en colaboración con el Ayuntamiento. H