No hace tanto Luis Suárez daba la imagen de un delantero frustrado, golpeando desesperado el césped de cualquier campo, incapaz de reconocerse a sí mismo. Como él mismo reconoció, “fallaba goles que no podía fallar”. Ahora, sin embargo, Suárez es el nueve de toda la vida, ese que decide partidos, sin importarle el escenario. Ni el rival. Con Suárez, el Barça vuelve a tener el 9 que no había tenido desde Ibrahimovic --duró poco el sueco, un año, y de mala gana en los seis meses finales-- y con Etoo. Hasta que Messi se instaló en el corazón del ataque de falso nueve, desplazando al camerunés a la banda derecha y sin margen siquiera para que Villa, el nueve del Valencia y de España, catara esa posición en el Camp Nou.

DE ASISTENTE A GOLEADOR // A Suárez le costó encajar. Además, en sus primeros partidos (debutó en el Bernabéu el pasado 25 de octubre) ejerció de extremo. Pegado a la banda derecha, destacó más por su compromiso defensivo y su capacidad para “arrastrar defensas”, como él mismo dijo, y generar espacios para Messi y Neymar, con quienes ha conectado de manera especial. Más con Leo que con Ney. Entonces, el uruguayo era un asistente más que un goleador: tres tantos en 11 partidos. Una miseria para alguien como Suárez, acostumbrado a deslumbrar con un elevado índice de efectividad. Se desesperaba porque ni él mismo se conocía.

Pero llegó el 2015, coincidiendo su inicio con la derrota que cambió todo en Anoeta, y Suárez retorna a su esencia. Ya anclado en el centro del ataque, el charrúa ha superado los meses de adaptación. El nueve está cada vez más conectado al juego del equipo. Antes necesitaba más de tres partidos (287 minutos) para marcar un gol; ahora, en cambio solo uno y medio (152 minutos). Dispara Suárez menos que antes, pero es mucho más preciso. En los seis últimos partidos, lleva cinco goles. Quizá por eso, se irritó tanto Suárez cuando Luis Enrique lo quitó el sábado con todo decidido (1-3). Tiró la muñequera, se sentó con cara de niño enfadado, renegando porque esos minutos le habrían servido para aumentar sus números. Pero el técnico, que ni miró hacia atrás, tiene claras las prioridades. Messi solo ha sido una vez sustituido en 36 partidos jugados (Ajax, Camp Nou, 21 de octubre); Suárez, en 9 de 24 encuentros; Ney en 10 de los 32. H