El Real Unión es el nuevo campeón de la Copa RFEF, doblegando al Castellón también en el partido de vuelta de la final (3-0, tras el 0-1 de la ida). Con todo, los albinegros son dignísimos subcampeones frente a un rival que ha aplicado el criterio de la lógica superioridad (no en vano, luchan por regresar a Segunda A).

El tempranero gol del Real Unión rompió los esquemas de un Calderé que renunció a los extremos poblando la medular de tocadores. El problema fue que, por la inercia del perfil de Canadell y Gaby, los más abiertos, los albinegros atacaron bajo la ley del embudo: todo por el centro.

Salió ambicioso el Castellón. Tanto, que se olvidó de defender. Una falta lateral en el área de Otermin se convirtió en la lanzadera del 1-0. Juan Domínguez convirtió su banda en una autopista sin peaje, asistiendo a un Mujika que encontró poca oposición en su remate cruzado (min. 3).

El Castellón acusó el golpe. Los locales, replegados, solamente tenían que concentrar gente en el eje, ante el empecinamiento de su oponente por olvidarse de los dos costados, para robar y salir. Robellar, en el 10’, estrelló el esférico en la parte superior del larguero, aunque los locales dieron algún aviso más, principalmente en los saques de esquina. En los albinegros, un cabezazo de Gaby y una falta muy próxima a la frontal desperdiciada por Rubén Suárez fueron los únicos atisbos de peligro en el tiempo inicial.

TÍMIDA REACCIÓN // El asturiano lideró dos acciones interesantes en los compases iniciales de la reanudación, especialmente la primera, cuando una prometedora internada por la izquierda no encontró destinatario. Poco después, Calderé trató de variar el guión, introduciendo a gente más específica de banda (Pruden y Víctor Pino), así como a Yagüe.

El principio del fin llegó a 18 minutos de la conclusión, cuando otro lento balance defensivo fue aprovechado por Mikel Alonso para inclinar de su lado el mano a mano con Álex Ruiz.

Ese 2-0 obligaba ya a pensar en el domingo. Los albinegros reciben al Alzira horas después de que el Atlético Levante haya jugado en Bunyol frente al Muro, bien para seguir acechando el liderato, bien para reconquistarlo en el caso de que pinchen los granota.

La derrota fue todavía más abultada. El 3-0, que llevó el sello de Goikoetxea ya en la prolongación, no empaña la brillante trayectoria copera de los orelluts, que han dejado el pabellón bien alto y, como recompensa, obtienen unos valiosos 30.000 euros. H