Quienes hace un par de meses auguraron que el cotonet iba a agriar la próxima campaña citrícola acertaron de pleno. El calor de los últimos días ha disparado la incidencia de la plaga importada de Sudáfrica y los llauradors de la Plana Baixa, la zona cero en todo el territorio nacional, empiezan a comprobar impotentes como un minúsculo insecto vuelve a ganarles la partida. ¿La consecuencia? Miles y miles de kilos de fruta deformada, inservible desde el punto de vista comercial, y unas pérdidas que sumarán millones. 

Una vuelta por cualquier finca de cítricos de Vila-real, Nules, Almenara o les Alqueries basta para comprobar como este año el cotonet vuelve a convertirse en el enemigo número uno de la joya de la corona de la agricultura provincial. Y lo peor de todo es que el jarro de agua fría llega tras meses de lucha contra la plaga. «Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos. Hay fincas que se han pulverizado tres y hasta cuatro veces con tal de acabar con la plaga. Por eso sentimos una gran impotencia al comprobar que todo el esfuerzo y el dinero ha servido para nada o para bien poco», aseguran todos los citricultores consultados de la zona de la Plana Baixa.

La sensación entre los agricultores es de frustración total. «Hay productores jóvenes que plantaron sus árboles hace 8 ó 9 años de variedades muy demandadas y esperaban con ilusión esta campaña para recoger los frutos de tanto tiempo de esfuerzo y trabajo. Y después de años de espera y más de 90.000 euros invertidos en modernizar la producción y combatir las plagas se encuentran ahora con que el cotonet ha deformado buena parte de la fruta. Es para echarse a llorar», aseguran.

Carles Peris, secretario general de la Unió de Llauradors i Ramaders, tilda la situación de auténtica emergencia. «Los productores ven con impotencia como sus frutos se deforman hasta el punto de hacerlos inviables comercialmente y se echa a perder el esfuerzo de todo un año por un bicho bastante silencioso que no mata como lo hacía la tristeza pero que deja muertos a aquellos que cultivan los campos ante la impotencia de tener más costes para frenar su expansión, e incluso en muchos casos resultar hasta inútiles», dice.

Costes desorbitados

La Unió de Llauradors ha hecho cálculos y estima que la lucha contra el cotonet eleva en un 55% los costes de producción de los cítricos. Y cita un ejemplo. Cultivar un kilo de clemenules, la variedad reina en Castellón, cuesta una media de 0,24 euros, una cantidad a la que hay que sumar los 0,14 euros que supone por kilo los tratamientos contra la plaga. En total, 0,38 euros, una cantidad desorbitada si se tiene en cuenta que la nulera se ha liquidado en la última campaña a tan solo 0,18 euros, con lo que estos gastos tan elevados son inasumibles para el productor. 

Pero más allá de los costes, el problema es que los tratamientos autorizados no son eficaces. Pasan los años (esta plaga importada de Sudáfrica se introdujo en Castellón hace ya diez años), la incidencia aumenta y el Administración sigue mirando hacia otro lado. El Ministerio de Agricultura se ha negado por activa y por pasiva a autorizar el uso del principio activo metil clorpirifós de forma excepcional para combatir la plaga y las herramientas con las que cuenta el productor para plantarle cara al Planococcus citri (nombre científico de la plaga) se han demostrado totalmente insuficientes. «El alcance tan catastrófico que este cotonet procedente está provocando es consecuencia de la incompetencia de las distintas administraciones y de su escandalosa negativa para atender debidamente las demandas que desde el sector agrario les hemos ido trasladando», argumenta Cristóbal Aguado, presidente de la asociación valenciana de Agricultores (Ava-Asaja).

Con el tratamiento a base de metil clorpirifós descartado, la Conselleria de Agricultura ha subvencionado trampas contra la plaga y la suelta de depredadores, dos fórmulas que se sí sirven para reducir población pero no son válidas para erradicar la plaga. «Lo hemos intentado con todo los que tenemos en nuestras manos pero no ha sido suficiente y el insecto sigue ahí», describe Peris que esta misma semana, a través de las páginas de Mediterráneo, invitada al ministro de Agricultura, Luis Planes, a visitar la zona sur de la provincia y comprobar in situ los cuantiosos daños que la plaga está provocando en la fruta. 

Un problema importado

El cotonet amenaza con dejar en números rojos a cientos de citricultores de Castellón y la sensación en el sector es que les toca luchar con un problema del que son meras víctimas inocentes. «Es una plaga importada y eso hay que decirlo muy alto y muy claro. El cotonet es de Sudáfrica y ha llegado a Castellón por la dejadez del Ministerio y de la Unión Europea, que ha consentido y lo siguen haciendo que entre en nuestro territorio fruta de terceros países con unos protocolos muy laxos», coinciden todos los citricultores consultados.

Hasta hace muy poco tiempo, el cotonet se localizaba fundamentalmente en la comarca de la Plana Baixa y el Camp de Morverdre (norte de Valencia), aunque en los últimos meses ha entrado ya con fuerza en zonas como Murcia, Tarragona o Andalucía. «Esto es solo el principio y acabará afectando a la práctica totalidad de la citricultura española. A ver si ahora, al darse cuenta de que ya no es un problema de una zona concreta sino de todo un país, el Gobierno se pone las pilas y nos da soluciones para parar este desastre», insisten los productores.

¿Y qué piden los citricultores? Los más inmediato es que el Ministerio y la UE autoricen un tratamiento eficaz para acabar con la plaga y más recursos económicos. El Gobierno solo ha destinado a la Comunitat 6,1 millones de euros, una cantidad que organizaciones agrarias como la Unió consideran insuficiente. También reclaman al ministro que solicite por escrito y formalmente a la Comisión Europea la aplicación de un tratamiento en frío para las importaciones con objeto de impedir la entrada de plagas.