Calor, calor y más calor. Si para la mayoría de personas ya resulta insoportable tener que aguantar las altísimas temperaturas de los últimos días incluso estando ocioso en casa o en plenas vacaciones, el agobio se acentúa cuando no hay más remedio que enfrentarse al sofocante bochorno mientras uno trabaja a pleno sol, como deben lidiar camareros, obreros, agricultores o socorristas, personal que tiene que combatir los efectos de la ola de calor conforme pueden.

Uno de los muchos ejemplos del vía crucis que supone trabajar bajo el resistero abrasador lo viven los empleados del sector servicios. Así lo atestigua Sergio Iglesias, camarero del bar Artemis, situado en Castelló, que confiesa que es «un infierno» servir en la terraza o estar en la cocina con este calor ahora mismo. «Es insufrible. Obviamente no queda otra que sobrellevarlo lo mejor que podamos, pero eso no quita que sea un poco mareante. Encima, con la mascarilla, a veces te cuesta hasta respirar bien», relata este joven, que equipara el bochorno que hace en la calle a «como si estuvieras todo el rato delante del horno en la cocina».

Este camarero aprovecha un receso en el servicio para quitarse el sudor y beber un poco de agua. David Donaire

Como anécdota, Elena Nitoi, la gerente del local, que lleva solo dos semanas abierto, reconoce que de momento no les han acompañado las condiciones meteorológicas. «En el día de la inauguración pillamos la granizada del siglo y ahora nos toca esta ola de calor asfixiante... Esperemos que pase pronto y el tiempo nos dé una tregua ya», comenta.

Al huerto con 40 grados...

Quienes tampoco se escapan a los estragos de los ardientes termómetros son los agricultores, ya que los cultivos, especialmente los de esta temporada, no admiten un receso, pese a que en algunos puntos los medidores rozan y superan los 40 grados. Es el caso de Miguel Truejar, que se encuentra en plena campaña de recolección de tomates en Moncofa. «Nos ponemos muy temprano, es lo que toca. Como ahora es la época, si no los cogemos en su tiempo, empiezan a madurar. Por eso, aunque haga mucho calor, tenemos que estar en el campo durante muchas horas», argumenta.

Miguel Truejar se seca la frente mientras coge tomates. Miguel Ángel Sánchez

Caso homólogo es el de otro paisano suyo, el también moncofense Ramón Luque, que se ve obligado de la misma forma a pasar jornadas maratonianas en el huerto y, sobre todo estos últimos días, con el sol como abrasador telón de fondo. «Todos los días acudimos al campo para controlar las verduras y hortalizas que tenemos plantadas y, al mismo tiempo, recolectamos las que están óptimas para el consumo», afirma. 

Y es que, además de empezar a preparar la nueva cosecha, por mucho calor que haga, no pueden desviar un ápice la atención de sus parcelas hortofrutículas: «Hay que estar pendiente en todo momento porque, si no, podría perderse todo lo que está cultivándose», cuenta. Un extremo que, evidentemente, no se pueden permitir.

Ramón Luque acude todos los días al huerto para controlar el campo. Miguel Ángel Sánchez

No hay que olvidar que ahora es una época en la que debido a las exigencias de la temporada, marcada por el melón y la sandía, cientos de agricultores se ven obligados a trabajar a horas intempestivas, cuando el calor más aprieta, además de acometer otros muchos la poda de los naranjos.

Hidratarse, fundamental

Si en condiciones habituales de exposición al sol en un verano normal, ya es básico beber agua de forma frecuente, tal como se hartan año tras año de repetir los expertos, hidratarse ante este prolongado episodio de ola de calor aún es más necesario si cabe. 

Es un ejemplo que sigue y con el que intenta predicar María Miralles, socorrista del servicio de salvamento de la playa de Moncofa, que recomienda ir «siempre con botella de agua en mano y a la sombra» en estos días. Como todo vigilante pertrechado desde su particular atalaya en una posta de salvamento, este tiempo tan cálido nunca puede ser una distracción. «Debemos estar bien atentos a lo que acontece en todo momento dentro del mar», explica.

María Miralles vigila desde 'atalaya' en la playa de Moncofa provista de una botella de agua.

María Miralles vigila desde 'atalaya' en la playa de Moncofa provista de una botella de agua. Miguel Ángel Sánchez

De hecho, por mucho que desde fuera pueda parecer que trabajar en la playa es un antídoto frente al calor, lo cierto es que no lo es tanto. «Estamos acostumbrados a lidiar con estas temperaturas, aunque lo de esta semana no es fácil de aguantar», afirma Ander Lombardini, un empleado ítalo-español que trabaja colocando hamacas. Comenta que lo que más le impactó fue tener que socorrer a una señora que de desmayó y perder el conocimiento antes de que llegara a auxiliarla Cruz Roja.

Un empleado coloca las hamacas en una playa. Fernando Bustamante

Bochorno en el interior

El interior tampoco se libra de las garras de la ola de calor. De hecho, muchas de las temperaturas máximas de los últimos días en la Comunitat se han registrado en zonas alejadas de la costa. En Culla, municipio de l’Alt Maestrat que por estas fechas no suele caracterizarse por ser un punto de excesivo bochorno, los grados no invitan tampoco a hacer demasiados quehaceres a pleno día, cuando más cae. «Claro que estaría más cómodo y fresco debajo de una sombra, pero hay que cuidar y dar de comer a los animales... Si nos exponemos tanto al sol es porque no hay otra, no lo hacemos por gusto», cuenta Paco Bellés, un joven albañil con una granja de ovejas.

Paco Bellés se refresca mientras saca a sus ovejas. Naira Gimeno

En Morella, otro ganadero, Manolo Guimerà, a pesar de que el jueves registró en su parcela nada más y nada menos que 38 grados, confiesa que no les queda más salida que seguir adelante. «A principios de semana hacía fresco y el jueves de repente nos llega esta ola de calor tremenda... Son cosas del verano, poco podemos hacer», indica. Informa Javier Ortí. 

"A veces ya no puedes más"

En pleno verano, el pavimento de las calles quema y, precisamente, la profesión que se dedica a manipularlo no puede huir de él. Jesús Toro tiene todo el rostro sudado, se dedica desde las 8.00 hasta las 14.00 horas a estar en la obra. Solo descansa una hora, pues a las 15.00 se reincorpora con sus compañeros hasta las seis de la tarde. Es decir, desempeña sus labores en la franja en la que el Ministerio de Sanidad aconseja evitar a toda costa la exposición al sol, algo que muchos empleados no pueden cumplir.

Sanidad recomienda evitar el sol en las horas centrales del día, algo imposible para muchos trabajadores

«Puede parecer que con un horario tan prolongado nos cundirá más en el tiempo, pero con temperaturas tan altas llega un momento de la tarde en que ya no puedes más», comenta este operario, que asegura que para «no morir en el intento» se llevan botellas de agua congelada de su propia casa. Informa Belén Picornell.

Un albañil se tira agua encima de la cabeza para refrescarse. Fernando Bustamante

Mención especial merecen también en estos tiempos de canícula los empleados que se encargan de alquitranar y asfaltar las carreteras o los repartidores de comida a domicilio, los popularmente conocidos como riders, que tienen que pedalear con la bici o circular en patinete soportando temperaturas que no son nada recomendables para estar deambulando por la calle haciendo ejercicio físico, con el riesgo para la salud que ello supone.

A más de un repartidor de este tipo se le ha visto estos últimos días por la capital de la Plana haciendo un receso en su ruta para pegar un trago de agua y refrescarse un poco. Sin duda, algo fundamental para aquellos que deben trabajar a pleno sol.