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Imagen de la playa de Peñíscola, llena de bañistas.Alba Boix

INCERTIDUMBRE EN LOS BOLSILLOS

El turismo anima la economía de Castellón a la espera de un otoño de infarto

El ahorro acumulado durante la pandemia y las ganas de viajar aplazan los malos augurios, pero se teme un parón en septiembre

Terrazas llenas, playas a rebosar (más aún con las olas de calor) y eventos festivos a tope. Esta es la estampa del verano en Castellón. La pandemiano se ha ido del todo, pero el levantamiento de la mayoría de restricciones ha hecho que se recuperen escenas propias del año 2019. Algo que nota la economía, con los buenos datos del paro de junio, con 1.096 demandantes de empleo menos, y el sector turístico, con un segundo trimestre del 2022 y un julio marcado por las buenas ocupaciones hoteleras.

Este verano se quiere disfrutar a lo grande, teniendo en cuenta que hay familias que no han podido hacer grandes desplazamientos en los dos últimos años y contaban con ahorros acumulados, pero el otoño está a la vuelta de la esquina y viene acompañado de numerosas incertidumbres. El fuerte incremento del coste de la vida es lo que más preocupa. Desde hace meses es constante la evolución del precio de la luz y el gas, lo que se ha unido a unos carburantes que se han instalado en la barrera de los dos euros por litro. Como consecuencia de todo ello, la gran mayoría de productos ha iniciado una espiral inflacionista, que por el momento se obvia, pero que centrará las preocupaciones a la vuelta de las vacaciones.

El principal termómetro de la actividad económica veraniega es el turismo. El vicepresidente de la patronal provincial Ashotur, Luis Martí, indica que en estos momentos «las ocupaciones son buenas y el nivel de gasto también, pero es evidente la incertidumbre por lo que vaya a ocurrir en otoño, tanto la inflación como la guerra en Ucrania». De hecho, los hoteles ya han detectado «una desaceleración de las reservas para finales de agosto y todo el mes de septiembre», que podría agravarse en el último trimestre del 2022».

Desde la organización autonómica Hosbecsu vicepresidente, Javier Gallego, confirma estas impresiones. «El mes de julio está siendo bueno, pero se prevé un otoño muy malo, con la conjunción de la inflación y los costes». Los datos de esta organización indican que la primera quincena de mes ha finalizado con una ocupación del 74,3% en Castellón, que se elevará hasta el 75,7% en la segunda quincena. El agosto se prevé satisfactorio pero el freno de las reservas a medio plazo ya es una evidencia. «Incluso hay grupos que se habían programado en otoño que han anulado ante la expectativa de no poder cubrir las plazas previstas», explica.

Desde el interior, el presidente de la asociación de alojamientos Temps, Joaquín Deusdad, ya detecta «una lentitud en la demanda, y agosto aún no está lleno». Una circunstancia muy diferente a la experimentada en los dos veranos de la pandemia, cuando los destinos rurales de Castellón experimentaron un boom. Aún así, detalla que en este segmento «verano es la temporada baja». Está a la expectativa de septiembre, aunque destaca dos elementos que invitan a la esperanza. «Este tipo de alojamientos es más asequible, por lo que puede estar menos afectado por la inflación, y luego esperamos que siga el efecto positivo de la iniciativa del Bono Viaje».

Rentabilidad

Luis Martí señala que los grandes datos del verano son favorables, aunque incide en el impacto de la inflación: «Aunque las terrazas estén llenas y haya mucha actividad en los hoteles, lo más importante para los empresarios del sector es que haya rentabilidad, y en este aspecto se está por debajo del 2019». La parte positiva es que la clientela vuelve a acudir, sobre todo aquella que no tuvo la oportunidad a lo largo de los dos últimos años. 

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