Ciclo divulgativo en Castellón

Ciudades sostenibles: la educación y la legislación, claves en el proceso

Expertos remarcan la necesidad de involucrar a la ciudadanía en el cambio de paradigma

Los participantes en la mesa redonda junto al redactor jefe del periódico Mediterráneo, Pepe Beltrán.

Los participantes en la mesa redonda junto al redactor jefe del periódico Mediterráneo, Pepe Beltrán. / Andreu Esteban

Enrique Ballester

Enrique Ballester

El camino hacia unas ciudades sostenibles no tiene vuelta atrás, pero es necesario apostar por la educación de los más jóvenes y la formación de la ciudadanía, e involucrarla en el proceso, para poder llevar a cabo los cambios de hábitos imprescindibles al respecto. Además, terminar de configurar un marco legal que se ajuste a las necesidades de esta transformación es otra de las claves que apuntaron los expertos reunidos este miércoles en el hotel Intur de Castelló, con motivo de la celebración de la mesa de debate Ciudades y comunidades sostenibles.

La cita, organizada por el periódico Mediterráneo con el patrocinio de Facsa y bp, fue conducida por Pepe Beltrán, redactor jefe del rotativo, y contó con la participación de Ángel Pitarch, director de la Cátedra de Arquitectura Circular en la Universitat Jaume I y presidente del Colegio de Arquitectos de Castellón; Carmina Ballester, alcaldesa de Onda; Jorge Ribes, concejal de Movilidad Sostenible y Uso del Espacio Público de Castelló; y Emilio Obiol, director territorial de Obras Públicas de la Generalitat Valenciana y edil de Territorio y Movilidad de Vila-real. El acto se centró en uno de los Objetivos de Desarrollo Disponible que forma parte de la Agenda 2030 impulsada por Naciones Unidas: conseguir que las ciudades se conviertan en inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.

La premisa

Lo primero, apuntó Pitarch, es «ser sensibles con el problema porque de este modo se puede buscar solución». Esa premisa de sensibilizar a la población con la problemática generó consenso entre los presentes. «Las administraciones llegan a pocos sitios si la gente no va delante», indicó Obiol. «Parafraseando a Pasqual Maragall, diría que la ciudad tiene que volver a ser la gente», añadió. La alcaldesa de Onda, por su parte, incidió en la necesidad de involucrar a los ciudadanos para que compartan estos objetivos. También desde la administración: «Hay que creérselo y, sobre todo, ponerse a actuar y hacer esas actuaciones comprensibles para la ciudadanía y que se implique», dijo. Ballester remarcó que ese cambio hacia una ciudad sostenible «tiene que ser útil, tiene que revertir en el bienestar de la ciudadanía, porque si la ciudadanía no está convencida tenemos muy poco que hacer».

Corresponsabilidad

En ese sentido, Ribes habló de la responsabilidad de las administraciones. «En este cambio hay una corresponsabilidad de la ciudadanía, pero la nuestra es mayor porque tenemos capacidad de intervención, y la tenemos en muchos ámbitos: movilidad, residuos, arquitectura urbana, energía...». El edil socialista de Castelló admitió que hay aspectos en esta transformación para los que quizá «la sociedad no está preparada». «Hay temas en los que vamos con retraso. En Europa tienen muy asumido que no vas con tu Fiat 500 al centro de Amsterdam. Las ciudades más o menos grandes tenemos que incidir y abrir el melón de limitar el tráfico en el centro», aseveró. Al respecto, Castelló ultima su Zona de Bajas Emisiones (ZBE) que, por imperativo legal, debe estar operativa antes del 2024. «Por la calle Mayor, hace tres o cuatro años, pasaban dos mil coches al día y eso no es viable. Tenemos que actuar conforme a ley pese al elevado coste político y social», añadió.

Peatonalizar

En ese aspecto, además de la implantación de la ZBE y las cámaras que vigilan el acceso al centro, Ribes apuntó el proyecto de peatonalización de la avenida de Lledó como ejemplo de esta realidad. «Me gustaría que el debate político no fuera sobre si se debe hacer o no, sino que fuera sobre cómo debe hacerse este proceso inevitable hacia la movilidad sostenible. Lamentablemente aún no estamos en ese punto», señaló.

Aún así, el concejal de Movilidad Sostenible de Castelló se mostró esperanzado respecto al futuro. «La gente joven es mucho más comprensiva con esta realidad medioambiental y, en general, aprecio una conciencia social que no existía hace unos años», dijo.

Ciudades intermedias

Vila-real, que supera por poco los 50.000 habitantes, también entra en el listado de ciudades que debe abordar la implantación de una Zona de Bajas Emisiones. En ese sentido, el edil Obiol subrayó la conveniencia de políticas particulares para «ciudades intermedias» como Vila-real: «No podemos aplicar lo mismo que Madrid, Barcelona o Bilbao. Nosotros somos ahora mismo la ciudad 148 de España».

La zona de la Plana, coincidieron los presentes, sufre la ausencia de un transporte metropolitano efectivo. «En Onda estamos un poco abandonados al estar fuera del eje ferroviario. Para que nuestros vecinos puedan ir a estudiar a la UJI o al hospital de la Plana, hemos de poner autobuses municipales», explicó Ballester, que reivindicó el papel que debe jugar Onda en la lucha contra la despoblación, como referencia y enlace de los pueblos de alrededor con la capital. «Mis abuelos estaban mejor comunicados con la Panderola, ahora estamos abocados al vehículo individual», lamentó la alcaldesa.

Una red de transporte

Al respecto, Pitarch defendió la creación de «una red de transporte público que consiga que usar el mismo sea más fácil que ir en vehículo particular. Hace falta un esfuerzo de coordinación para hallar soluciones conjuntas». Esa visión la compartieron los concejales de Castelló y Vila-real. «Es un deseo que tengo, la creación de una autoridad de transporte metropolitano entre los ayuntamientos de la Plana para coordinarnos», dijo Emili Obiol. «Ahora mismo, los datos son demoledores y los nuestros en transporte público y uso de la bicicleta son de los peores de España», añadió el edil de Vila-real. «No existe un servicio de transporte metropolitano de calidad y tenemos problemas para comunicarnos», admitió Ribes, quien recordó también que no es de competencia urbana, aunque abogó por trabajar en esa vía entre las distintas administraciones.

Al hilo, surgió el tema de la excesiva burocracia que a menudo ralentiza esta transición hacia lo sostenible. Ribes puso ejemplos de autorizaciones para instalar placas fotovoltaicas, Ballester habló de decenas de proyectos a la espera, Pitarch señaló la falta de técnicos y Obiol advirtió que confundir garantías con papeles crea en último término desapego de la ciudadanía y erosiona la democracia. 

Los participantes en la jornada sobre sostenibilidad.

Los participantes en la jornada sobre sostenibilidad. / Andreu Esteban

Los participantes

Ángel Pitarch, director de la Cátedra de Arquitectura Circular de la Universitat Jaume I, incidió en la conveniencia de «compatibilizar» las ayudas a la transición hacia la sostenibilidad con la educación de la ciudadanía en la materia. «A corto plazo, ser sostenible es más caro que no serlo, pero hay que explicar a la gente de que no hay alternativas a largo plazo», comentó Pitarch. «Los ingleses, que son muy pragmáticos, encargaron un informe que cuantificara el coste del aumento de la temperatura en el planeta. La conclusión fue que si sube 3 grados, no hay dinero suficiente en el mundo para compensarlo», añadió el director de la Cátedra.

Por ello, insistió en que «la gente debe saber que no existe la opción de no ser ecológico. En un tiempo, no es que la gasolina vaya a ser muy cara, es que no habrá gasolina». En esa línea, abogó por «educar a la gente en el problema real y propiciar un cambio cultural» mediante nuevos hábitos como la movilidad sostenible o los coches compartidos. En esa modificación de costumbres asoma la importancia de «la gente joven» que tiene, según comentó, más conciencia de la problemática que afronta la sociedad al respecto. «Hay que combinar las ayudas a ese cambio hacia lo sostenible con más educación a la sociedad», resumió.

Ángel Pitarch.

Ángel Pitarch. / Andreu Esteban

Jorge Ribes, edil de Movilidad Sostenible y Espacio Público en el Ayuntamiento de Castelló, admitió que «aún estamos lejos de los objetivos» marcados en materia de sostenibilidad. Eso sí, valoró el cambio de sensibilidad en la sociedad al respecto, un hecho que le hace ser optimista de cara al futuro a medio plazo. «Queda un largo camino, pero con esta progresión, para el año 2030 tendremos ciudades más verdes y mejores», dijo. Ribes remarcó que la situación actual, sin ser la ideal, es «mucho mejor que hace diez o quince años» respecto a la conciencia medioambiental de la ciudadanía.

Además, el concejal desgranó algunas de las acciones impulsadas desde el consistorio de la capital de la Plana en los últimos años, con tal de mejorar la movilidad sostenible. Citó, por ejemplo, la conexión de los polígonos industriales con la ciudad a través de carriles bici «seguros» para los usuarios. Asimismo, comentó algunas de las dificultades que afrontan los ayuntamientos a la hora de dar pasos hacia adelante en la materia en aspectos como la legislación. «Con los patinetes cada ayuntamiento legisla de una manera y se dan casos de que el usuario debe cumplir unas normas en Castelló y otras en Almassora. Es algo que se debería homogeneizar a nivel supramunicipal», aseveró.

Jorge Ribes.

Jorge Ribes. / Andreu Esteban

Emilio Obiol, concejal de Territorio y Movilidad de Vila-real, instó a los políticos a «ser valientes» para que las políticas sostenibles sean «prioridad» en sus municipios y se dé, de este modo, «ejemplo a la ciudadanía», pese a que algunas de estas medidas puedan ser impopulares en un primer momento. «En Vila-real, por ejemplo, estamos orgullosos de que el autobús urbano sea gratuito», comentó, antes de abordar el llamado «derecho a la movilidad». Obiol contó el caso de un trabajador que solo podía ir a trabajar con su vehículo particular. «No tenemos suficientes carriles bici ni frecuencias de buses», apuntó. «Al final se trata de hacer la vida más fácil, más cómoda, más limpia y más barata».

En una de sus intervenciones, además, Obiol destacó las posibilidades de negocio que ofrece este cambio de paradigma hacia una ciudad sostenible. «Pocas empresas apuestan por este negocio. La sostenibilidad es una utilidad y también una oportunidad de ganar dinero y la ley ha de ayudar a esto», aseveró el edil de Vila-real. «En una sociedad como la actual, si no es útil, haremos poca cosa. La pregunta es cómo hacemos útil la sostenibilidad», dijo. Obiol también comentó que, en un futuro próximo, las empresas de más de 500 empleados deberán tener su propio plan de movilidad.

Emilio Obiol.

Emilio Obiol. / Andreu Esteban

La alcaldesa de Onda, Carmina Ballester, lanzó en sus conclusiones «un mensaje positivo». «Tenemos por delante una importante labor pedagógica que realizar, pero si lo hacemos bien, los jóvenes van a ganar el futuro». Ballester subrayó que le gustaría que ese tránsito hacia las ciudades sostenibles «se diera desde el convencimiento de que es lo correcto» y no resultara una imposición. «La ciudadanía tiene que ver que el esfuerzo es útil. En Onda, por ejemplo, instalamos tecnología inteligente en un parque y hemos constatado que conseguimos un ahorro del 40%. Como funciona, lo vamos a extender a todos los parques», explicó la alcaldesa.

Ballester repasó varias de las acciones que en esta línea están realizando desde el consistorio ondense, con el objetivo del 2030 en el horizonte, trabajando en conseguir que los edificios municipales consigan las cero emisiones, el reemplazo de la flota con vehículos eléctricos, las bonificaciones de impuestos a las renovables, los actos en colegios e institutos o actividades intergeneracionales sobre cultivos ecológicos, entre otros. Del mismo modo, mostró su confianza en que la industria cerámica sea un motor en ese cambio. «Está invirtiendo cantidades millonarias en innovación para llevar a cabo el cambio en el modelo energético», dijo. 

Carmina Ballester.

Carmina Ballester. / Andreu Esteban