ECONOMÍA

La burbuja de la algarroba pincha en Castellón y su precio pasa de 2,70 euros a 80 céntimos

La demanda está parada porque la industria ha encontrado alternativas más baratas

La burbuja de la algarroba pincha y su precio pasa de 2,70 euros a 80 céntimos

La burbuja de la algarroba pincha y su precio pasa de 2,70 euros a 80 céntimos / Miguel Angel Montesinos

Elena Aguilar

Elena Aguilar

Durante los últimos dos años quien tenía un algarrobo tenía un tesoro. Y, además, de los que dan mucho dinero. A este fruto, que en Castellón se cultiva principalmente en fincas de secano del Baix Maestrat, se le conocía hasta hace muy pocos días como el oro negro de la agricultura, ya que durante meses su cotización superó los dos euros el kilo. Es más, el pasado verano incluso llegaron a cerrarse operaciones a 2,70 (IVA incluido). Pero lo que muchos en el sector tildaban de burbuja ha acabado por estallar. En las últimas semanas, el precio de la algarroba ha caído en picado hasta situarse ahora en 80 céntimos. Y bajando.

A Iván Monroig, productor de algarrobas de Càlig y responsable del sector de la Unió Llauradora i Ramadera, el batacazado que ha sufrido un fruto que durante la Guerra Civil se utilizó como alimento de primera necesidad, no le sorprende en nada. «Lo del pasado verano, cuando el kilo alcanzó los 2.70 euros, era algo fuera de lo normal. Una animalada», explica mientras reconoce que los 80 céntimos de ahora siguen siendo un buen precio. «Los agricultores las hemos llegado a vender a 0,15, así que la cotización de ahora da de sobra para cubrir los costes».

La joya del secano ya no brilla con tanta intensidad y la razón a esta bajada de precios hay que buscarla, fundamentalmente, en el parón que ha sufrido la demanda de garrofín (la harina que se extrae tras moler la semilla de la algarroba), que llegó a costar hasta 29 euros el kilo. «La industria alimentaria, que utiliza este producto como espesante, y la farmacéutica, que la emplea para cosmética, han buscado alternativas a un producto cuyo precio consideraban desorbitado», cuenta Monroig. Y a esto se une el incremento de la oferta, dado que los especuladores que hicieron acopio de garrofín lo han sacado al mercado por temor a que los precios se desplomen todavía más.

A la algarroba le ha ocurrido como a las criptomonedas y las tecnológicas y quienes en Castellón se dedican a su cultivo están más que acostumbrados a esta especie de montaña rusa. «En los años ochenta el kilo de la algarroba llegó a las 125 pesetas que, en comparación, eran mucho más que los 2,70 euros del pasado verano. Después fueron bajando poco a poco hasta llegar a unos años en los que el declive fue total», recuerda el responsable sectorial de la Unió Llauradora.

Quienes quizás no lo esperaban son los productores que en los últimos dos años, y al calor de los altos precios, han invertido en nuevas plantaciones. «Ha habido gente que ha transformado fincas. Es arriesgado porque el árbol no está en pleno rendimiento hasta pasados, como mínimo, diez años. Y en 2033 nadie sabe qué precio irá la algarroba y si será o no rentable», añade Monroig.  

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