ECONOMÍA

Los primeros pagos de la clemenules van a la baja con un tope de 0,30 euros

La cantidad de fruta que ha ido a destrío deja la cotización a un precio menor de lo esperado

Interior de una cooperativa citrícola, en una imagen del pasado dicIembre.

Interior de una cooperativa citrícola, en una imagen del pasado dicIembre. / German Caballero

Elena Aguilar

Elena Aguilar

A mediados del pasado mes de septiembre, pocas semanas antes de empezar la campaña citrícola, en el campo reinaba el optimismo. Las primeras operaciones de compraventa de clemenules, la variedad que en Castellón aglutina más del 70% de la producción de naranjas y mandarinas, cotizaban a una media de 0,35 euros el kilo y algunas operaciones llegaban incluso a 0,40. Unas cifras que insuflaban algo de oxígeno a un sector muy tocado por los bajos precios registrados la temporada anterior y el alza de los costes de la energía y los fitosanitarios. La alegría, no obstante, duró poco y conforme avanzaba la campaña la presencia de plagas en la fruta se multiplicaba, lo que provocó que casi el 30% de la nulera acabara en la basura. ¿La consecuencia? Los primeros pagos que están llegando a los agricultores se sitúan entre 0,24 y 0,30 euros el kilo, unas cantidades alejadas de lo que estimaba en principio el productor.

Cooperativas y comercios privados de Castellón han empezado en los últimos días a pagar a sus socios y clientes los primeros anticipos de las liquidaciones de la campaña de la clemenules, que esta temporada y debido a la caída de la producción acabó días antes de Navidad. Y los primeros pagos son más bajos de lo esperado. En general, la horquilla del anticipo (supone el 50% de la liquidación) se mueve entre los 0,12 y 0,14 euros, aunque también hay cooperativas que anticipan 0,10. Esas cifras en la práctica significan que el agricultor recibirá menos de 0,30 euros el kilo. «Esos precios, desde luego, no son buenos y vienen dados por la gran cantidad de fruta que se ha desechado por las plagas», apunta Carles Peris, secretario general de la Unió Llauradora i Ramadera, que a principios de año estimó que los valores iban a oscilar entre 0,33 y 0,35 euros.

Revisión a la baja

Los primeros pagos no son en absoluto para tirar cohetes y, además, hay comercios que están empezando a pagar a sus clientes descontando la cantidad de fruta que ha ido al destrío por la presencia de plagas. «Eso no se puede hacer y se trata de una práctica totalmente ilegal», recuerda Víctor Viciedo, productor de Vila-real y presidente de la Associació de Llauradors Independents Valencianas (ALIV), que insta a los agricultores a denunciar si se producen operaciones abusivas. «El comercio tiene que pagar lo estipulado en el contrato y ahora no vale aquello de que te pago menos porque hay fruta inservible por las plagas», apostilla. 

La clemenules no acaba de recuperarse y la superficie dedicada a este cultivo no deja de menguar. De 2016 a 2021, y según estadísticas de la Unió Llauradora, la superficie cultivada con esta variedad cayó un 24% en la Comunitat. «La producción es cada vez menor y lo que haría falta sería reestructurar la variedad y hacer plantaciones jóvenes, ya que tenemos los huertos muy envejecidos y con bajos rendimientos. Y todo eso hace que la fruta no tenga el aguante que toca en el árbol», añade. 

La naranja de Egipto invade los ‘súpers’ y abarata la local

Ocurre siempre por estas fechas y este 2023 no es una excepción. La naranja procedente de Egipto está invadiendo los lineales de algunos supermercados de la Comunitat y, encima, lo hace con un etiquetado tan confuso que , al menos a simple vista, no permite diferencia la fruta local de la foránea. Así lo denunció ayer la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), que reclamó a operadores comerciales, gran distribución y consumidores que den prioridad a las naranjas nacionales que, además, se encuentran en su óptimo grado de maduración. 

La organización que preside Cristóbal Aguado aseguró que ha detectado como en los últimos días algunos comercios privados «están introduciendo cargamentos de terceros países con el objetivo de ganar márgenes comerciales y utilizarlos para presionar los precios en origen de los cítricos locales a la baja». 

Y aunque la mayor cantidad de fruta importa son naranjas egipcias, también constan naranjas de Turquía y mandarinas de Marruecos. «No podemos ser menos que franceses e italianos, quienes sí saben defender su producto y anteponerlo a importaciones que, si son más baratas es porque se producen en condiciones laborales miserables, sin trabas ambientales y con unas materias que están prohibidas en Europa», lamentó Aguado.

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