Hoy empiezan a la carrera varias nuevas etapas en el CD Castellón. Paradojas del destino, de la vida o de la idiosincrasia de las personas que rigen el funcionamiento del club ahora, una vez consumado el descenso, la entidad comienza a trabajar al estilo de Segunda A, pero, desgraciadamente, en Segunda B.

A las 13 horas será presentado el nuevo entrenador albinegro. La era Vinyals levanta el telón. Con ella, y aunque manejando los hilos desde las tramoyas, también se inaugura un nuevo estilo de hacer las cosas en el Castellón.

LA ERA BARROSO

Dani Barroso, curiosamente, empieza a trabajar como director deportivo cuatro años después de aterrizar en el club. Por ello también se puede hablar del principio de la era Barroso. De momento, con buen tino y con el fiel y sabio escudero Pepe Heredia a su lado. Las cosas podrán salir mejor, o peor, pero por primera vez en un lustro se siguen criterios única y exclusivamente profesionales para la confección del plantel. Y todo va encaminado a conformar un equipo competitivo. Y, finalmente, se pone en marcha un proyecto sin la mano de Osuna dictando las directrices deportivas. El máximo accionista no molesta como tal, solo estorba si asume funciones que no competen a un propietario de un club, que a la vez es también agente de futbolistas, con el inri de que algunos de ellos formaban parte del plantel. Un difícil conflicto de intereses que concluyó con el Castellón en Segunda B, por mucho que Osuna se haga el ofendido. En Castellón se ha aceptado con ilusión el nombramiento de Jordi Vinyals como técnico.

FIGURA ADMIRADA

Su persona representa uno de los últimos reductos de gloria deportiva de aquel Castellón que logró el último ascenso a Primera División. Un futbolista elegante, con porte de estrella de fútbol, que capitaneó desde su liderazgo, incrustado en el talento que destilaban sus botas, aquel equipo que Luiche catapultó a la élite.

Lo mejor es que afronta este nuevo capítulo de su carrera deportiva con toda la ilusión del mundo. Nadie le tiene que contar las dificultades que supone un ascenso desde las categoría catatumba del fútbol español. Lo sabe de sobra porque subió a Segunda A con el Nàstic, y a Segunda B al frente del L’Hospitalet. Siempre con la bandera del buen juego y no refugiándose en el recurso de que todo vale para ganar.

Jordi Vinyals reúne muchas cualidades alrededor de su persona que agradan en Castalia. No solo la apuesta por el fútbol de ataque y de posesión de la pelota, algo innegociable para una afición que dicta sentencia rápidamente con el barraquero, barraquero. Es casi imposible que pueda escuchar esos gritos.

El método Vinyals incluye también un concienzudo estudio de los rivales, algo que también se puede hacer desde la modestia de la Segunda B, categoría que, por otra parte, conoce al dedillo. El nuevo Castellón jugará como lo hacen los equipos de divisiones superiores y no le supondrá un freno el haber vuelto al pozo.

Dialogante y disciplinado, duro y condescendiente, pero siempre pendiente de que el grupo funcione como tal por encima de todo. El Castellón 2010/11 será un bloque bien trabajado tácticamente y con un amplio elenco de jugadas ensayadas a balón parado. Vinayls traerá un soplo de aire fresco a un club que necesita de ilusión por encima de todo. Barroso está como un niño con zapatos nuevos porque, por fin, puede trabajar a su gusto. Y Osuna está a lo que toca, que no es otra cosa que ser máximo accionista, que no quiere decir dueño del sentimiento ni de la camiseta ni de la historia del CD Castellón. Todos a lo suyo. Lo importante es que el club albinegro se presente en la parrilla como un serio candidato.