La entrada de las compañías de inversión en empresas agroalimentarias tiene una incidencia limitada en Castellón, pero ha dado un paso importante en los últimos días, con el anuncio de la entrada del fondo MCH en el accionariado de la cítrícola de Xilxes Llusar. Una vía que abrió en el 2016 Martinavarro, con la llegada del fondo barcelonés Miura. También la participación de Atitlán en la murciana Romu, que tiene una planta en Almenara. No obstante, el capital externo no ha supuesto la sustitución de los equipos directivos. Las familias propietarias ceden parte de sus compañías para aumentar cuotas de mercado, pero conservan la gestión.

Por parte del sector indican que estos aliados «son empresas que buscan oportunidades de rentabilidad, y en este caso han visto las posibilidades en el campo». Un fenómeno que es más habitual en el resto de la Comunitat Valenciana y Murcia, y que tiene su efecto en Castellón.

Hasta ahora, estas operaciones ya eran usuales en la cerámica. Según la consultora Deloitte, la tercera parte del capital de esta industria ya está en manos de fondos, y es la consecuencia directa de un fenómeno que ya llega al sector agroalimentario. No es otra que la concentración en menos empresas y de mayor tamaño.

La estrategia seguida por Llusar también va en la línea de alcanzar nuevas sinergias, especialmente en la comercialización. Desde hace años tienen negocios conjuntos con SanLucar, y esta empresa también entra a formar parte del accionariado. De esta manera se busca que los grupos tengan capacidad de gestión desde la recogida de la fruta hasta las siguientes etapas de comercialización, a fin de sumar beneficios.

Las asociaciones de agricultores reclaman un reparto equitativo

Las organizaciones de agricultores exponen sus inquietudes ante las consecuencias de los procesos de concentración en la citricultura y el sector agroalimentario. El presidente de AVA, Cristóbal Aguado, manifestó que hay un auge en la llegada de los fondos «debido a su elevada rentabilidad, pero esto genera mucha riqueza a unos, mientras que muchos otros apenas pueden sobrevivir».

El secretario general de la Unió, Carles Peris, advirtió de que concentrar el capital «puede suponer que ejerzan una posición de dominio entre la gran distribución», que dejaría fuera a los productores de menor tamaño. Por el momento en Castellón «la mayor actividad viene de pequeños agricultores que venden a cooperativas», aunque teme que los grandes grupos afecten al negocio tal y como se entiende en estos momentos.

Las dos entidades coinciden en señalar la necesidad de una ley efectiva de la cadena alimentaria, que deje de considerar a los agricultores como parte débil.