Pertenecen a uno de los colectivos a los que la crisis ha golpeado con más fuerza. Hosteleros, comerciantes, fotógrafos, feriantes, peluqueros, mecánicos... una gran mayoría de los casi 41.000 autónomos de Castellón se siente contra las cuerdas. Todos sufren, directa o indirectamente, el zarpazo de las restricciones por la pandemia y su facturación nada tiene que ver con la que tenían hace un año. Y, para colmo, cuando les llega la hora del retiro laboral, lo hacen con una pensión media muy baja. Es la maldición del autónomo: una jubilación de pobre tras toda una vida de trabajo. El problema es que la brecha entre lo que cobran los nuevos jubilados asalariados y los que trabajan por cuenta propia no para de crecer. En 2020 volvió a hacerlo y en Castellón se situó en 494 euros al mes. Casi 7.000 euros al año.

Los 772 profesionales por cuenta propia de la provincia que durante el año pasado se retiraron del mercado laboral lo hicieron con una paga mensual de 884,4 euros al mes, según datos del Instituto Nacional de la Seguridad social. Una cantidad alejada de los 1.378,4 euros que percibieron de media los 3.082 asalariados que se jubilaron en 2020. O dicho de una manera más gráfica: la pensión media del autónomo que se jubila ahora es un 36% inferior a la de un trabajador por cuenta ajena.

El emprendedor siempre ha percibido un pensión inferior, pero en el último año la brecha se ha agrandado todavía más. Un ejemplo. En 2019, la diferencia en Castellón era de 476 euros mensuales, 10 menos que en el último año. La principal explicación al por qué aumenta la distancia hay que buscarla en la pandemia, que ha empujado a muchos profesionales a retirarse antes aunque pierdan parte de su prestación. «Las pensiones siguen siendo el talón de Aquiles de los autónomos», asegura Eduardo Abad, presidente de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA).

Pero, ¿por qué la Seguridad Social ingresa menos euros en la cuenta de un autónomo que en la de un trabajador por cuenta ajena? La explicación es sencilla y está relacionada directamente con la cotización de los primeros durante su vida laboral, que ha sido menor. Los profesionales por cuenta propia cotizan en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) y, aunque los requisitos para acceder al cobro de la pensión pública son los mismos para todos, la principal diferencia es que pueden elegir por qué base quieren cotizar. Y la horquilla va desde la base mínima (este año asciende a 286 euros al mes, aunque en el caso de los societarios es 367) y la base máxima (1.233 euros). En Castellón, al menos ocho de cada diez autoempleados cotiza por lo mínimo que exige la ley, bien sea porque sus ingresos no les alcanzan para pagar cuotas más altas o porque han elegido abonar la cuota mínima de la Seguridad Social.

INCENTIVOS PARA COTIZAR MÁS

Para acabar con la brecha, organizaciones como UPTA proponen un sistema adicional. «El modelo de cotización en función de los ingresos reales que prevé aplicar el Gobierno no será suficiente y debemos activar un método de incentivos fiscales para motivar que los trabajadores autónomos realicen aportaciones voluntarias en sus bases de cotización a la finalización del ejercicio fiscal, pudiendo de esta forma complementar sus aportaciones al RETA y mejorando sustancialmente las futuras pensiones», defiende Abad.

De hecho, esta organización estima que más del 25% de los trabajadores estarían dispuestos a realizar aportaciones complementarias a sus cotizaciones para así incrementar sus pensiones.