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TESTIMONIOS DE LA TRAGEDIA

De notario de la Vall d'Uixó a voluntario en La Palma

Su actividad en la Isla Bonita se integra en un proyecto solidario del Colegio de Notarios de València

El notario de la Vall d'Uixó Luis Manuel Mata ha prestado voluntariado en La Palma.

Que la lava ha enterrado mucha vida en La Palma es una obviedad que no por mucho repetirla pierde dramatismo. Mientras desde la distancia se habla de números, coladas, incidencia o de un paisaje tan espectacular como espeluznante, los vecinos de municipios como El Paso, Los Llanos o Tazacorte viven diariamente en una pesadilla permanente desde la resignación que impone lo inevitable y la desesperanza de no ver el final del túnel. El único bálsamo que reciben es el que dispensan todas las personas que, desde el primer momento, les ofrecen tiempo y conocimientos para hacer que la desgracia lo sea lo más mínima posible. Entre ellos, un notario vallero, Luis Manuel Mata.

Su presencia en la Isla Bonita se debe a un proyecto solidario impulsado por el Colegio de Notarios de Valencia, que ha movilizado a sus integrantes en todo el territorio autonómico para echar una mano en una tarea tan dura y desconcertante como imprescindible, dar fe de todo lo que ha quedado ya para la eternidad bajo metros y metros de magma.

«Solo vemos desgracias»

Las diferentes coladas de lava han arrasado cultivos y miles de viviendas de La Palma. SUSANA VERA

Cuenta Luis Manuel Mata, que ha pasado una semana en el ayuntamiento de uno de los municipios afectados haciendo su trabajo, el de dar legitimidad y carácter oficial a los documentos que salen de sus manos y llevan su firma, que cada día de su estancia en La Palma, solo ha visto «desgracias». Cada persona que se ha sentado frente a él tenía una historia triste que contar. Y lo que es peor, la gran mayoría comparte la misma inquietud, no poder demostrar con facilidad qué tenían antes de que un volcán lo vaporizara todo de una forma devastadora.

Remarca Mata, que «si hay unos 3.000 afectados, unos 1.000 no tienen papeles» sobre la titularidad y la existencia de sus construcciones o parcelas. Ante este panorama, su misión, y la de todos los notarios que se trasladan a la isla en turnos de una semana, es «investigar», rebuscar. «Les pedíamos cualquier cosa, una fotografía, un recibo, testimonios de vecinos o familiares... Lo que sea y puede ser útil para acreditar la existencia de las propiedades perdidas», puntualiza.

Luis Manuel resta relevancia a su papel individual. Destaca el colectivo, en especial el de la administración local, «muy bien organizada» para dar una respuesta a la altura del drama.

Momentos para la memoria

En su memoria quedarán momentos como el que protagonizó un vecino que en la tramitación de su expediente «dio mal su dirección y tuvimos que cambiarla de los informes. Como nos dijo, su casa estaba 10 metros bajo tierra. Después de perderlo todo, no hacía más que disculparse una y otra vez por haber equivocado la dirección».

Testimonios humanos que dejarán huella en este notario de la Vall que, si es necesario y es posible, volverá, porque «queda mucho trabajo por hacer»

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