Albert Carda, maestro en el colegio público de Educación Primaria Sant Vicent, en la Vall d'Uixó, ha querido celebrar en este 2021 el Día Mundial de la Diversidad Funcional recordando el especial encuentro con Sofía, una niña con discapacidad que se cruzó en su camino para regalarle a él y a todo el alumnado, profesorado y trabajadores del centro, una maravillosa lección de vida. Este es su homenaje para Sofía "y para todas las Sofis que nos hacen mejores docentes y mejores personas".

A Sofi la presentaban como una alumna con diversidad funcional, una denominación tan larga como necesaria con tal de dejar atrás otras realmente desacertadas

El jueves 8 de septiembre de 2016 comenzaba un nuevo curso escolar con la ilusión con que lo hacemos los maestros y las maestras. Antes de salir a recoger la fila del quinto de primaria que me correspondía, se me acercó Inma, mi amiga y directora.

-Hauràs d’afegir una alumna nova al llistat que t’acabe de donar. Es diu Sofía i ve de Cadis, d’Ubrique, després et conte més coses.

-Xe! El poble de Jesulín! -respondí sin poder parar de reír.

Sofía, 'la Sofi' para quienes aquel mismo día nos rendimos a su simpatía en cuestión de segundos, llegó al Sant Vicent con Álvaro, su hermano mellizo. Él se incorporaba a sexto, ya que a diferencia de Sofía no había repetido ningún curso. El motivo por el que aquella niña fue matriculada en mi promoción obedecía a un retraso madurativo que, ligado a otras etiquetas, la presentaban como una alumna con diversidad funcional, una denominación tan larga como necesaria con tal de dejar atrás otras realmente desacertadas.

Todos somos diversos funcionalmente; no hay dos personas que recorran del mismo modo su camino. Cuando conoces a alguien como Sofía te das cuenta de que su forma de afrontar la vida es más auténtica que la tuya, aunque socialmente no lo acabemos de ver. Un día te quedas mirándola y entiendes que te gustaría saludar a todo el mundo como lo hace ella, quieres derribar ese muro que levantan delante de ti unos prejuicios y unas convenciones sociales que Sofía menosprecia mostrando un tipo de sensibilidad que yo no sé manifestar como miembro de una sociedad muchas veces desnaturalizada y de espaldas a aquello que al fin y al cabo nos hace humanos.

Cuando conoces a alguien como Sofía te das cuenta de que su forma de afrontar la vida es más auténtica que la tuya, aunque socialmente no lo acabemos de ver

En mi clase éramos conscientes de que no podíamos más que celebrar su presencia y disfrutar de aquella mirada dulce que llevaba implícito un mensaje que se podría transcribir como: “¡No seas pringao! ¡Mírame! ¡Déjate de tonterías y sé feliz!”.

En mi colegio siempre nos hemos creído eso de la inclusión, tan de moda ahora. Somos un centro preferente para alumnado con movilidad reducida, pero no es esa circunstancia lo que nos ha hecho más sensibles con nuestros niños y niñas. Creemos en la inclusión porqué tenemos la suerte de formar parte de un equipo humano que ha crecido rodeado de gente especial. Especial en el mejor sentido de la palabra, porque especial es una buena manera de definir a aquel que baila una canción de Chimo Bayo en su silla de ruedas o hace rafting en el viaje de fin de curso; especial es el niño que gira su cabeza para mirar con complicidad a quien empuja la silla, bien sea la maestra de pedagogía terapéutica, la fisio o Pau, un licenciado en humanidades que encontró su lugar en el mundo en el Santvi. Él es el educador del centro, un cargo muchas veces ninguneado por la comunidad educativa que Pau ha puesto en valor con su forma de entender y poner en práctica el concepto de inclusión.

Sofía no necesitaba realmente un educador, fue ella la que nos educó a nosotros

Sofía no necesitaba realmente un educador, fue ella la que nos educó a nosotros. En pocas semanas, entraba en clase a las nueve de la mañana con una sonrisa que unía la Serra d’Espadà con la playa de Moncofa y te soltaba: “Iep! Com va això?, Què farem, foc o fugirem?”.

En aquella clase conocíamos a los personajes más singulares de Ubrique, como Paco “el Latero”, “el Elías” o Charo “la Cuca”, que tenía “las uñas negras como un tizón”. Pero Sofía nos hablaba sobre todo de su abuelo Antonio. A través de su mirada pudimos intuir que aquel hombre era lo que más añoraba de su tierra, y después de ver un video que grabaron juntos durante las vacaciones de Navidad, entendimos que también Antonio tenía demasiado lejos a su nieta.

El Sant Vicent es un centro educativo con una idiosincrasia particular, lo sé yo que he trabajado en una veintena de colegios, y creo que Sofi captó desde el primer momento nuestras peculiaridades y se sintió como en casa. También ella se convirtió en nuestra casa. Ayudaba en todo lo que podía y era una más en la sala de maestros. No se le escapaba nada de lo que sucedía entre las paredes de la escuela.

-Ha venido el del ascensor, a ver si lo arregla ya.

-Aún no has fotocopiado los exámenes, ¿quieres que vaya yo

-Hoy hay macarrones y merluza para comer.

Sus compañeros, a sus diez años, aún no sabían cual era su misión en la vida pero veían cómo aquella niña tenía más que clara cuál era la suya

Esa es La Sofi. No sé hasta qué punto era consciente de que su presencia había mejorado nuestras vidas, pero lo cierto es que no le recuerdo en dos años una sola mala cara ni que de su boca saliese nada que no fuese amable. Sus compañeros, a sus diez años, aún no sabían cual era su misión en la vida pero veían cómo aquella niña tenía más que clara cuál era la suya.

Hace unas semanas, el Ajuntament de La Vall d’Uixó ha entregado el primer Carné de Voluntaria Deportiva. La Sofi ha sido quien lo ha recibido gracias a su trabajo ayudando en un grupo de gimnasia de mantenimiento para personas mayores que organiza el consistorio. Es un reconocimiento más que merecido, con su sonrisa Sofía ha abierto muchas puertas a quienes entienden la diversidad funcional de forma equivocada.

Gracias a gente como ella se abren cada día puertas para aquellos que se consideran funcionalmente comunes pero son incapaces de dar un abrazo porqué unas estúpidas convenciones sociales dictan que en ese momento no toca.

Quiero darle las gracias por todas las sonrisas que me ha regalado, pero me da vergüenza debido a mis barreras sociales. Tampoco importa, ella ya lo sabe. 'La Sofi' lo sabe todo

Cada día, cuando salgo del colegio me encuentro a Sofía, viene del instituto. La veo reír desde muy lejos y espero a que suba para cruzar dos palabras con ella, no puedo dejar de hacerlo. Cuando se aleja, siempre pienso en llamarla y darle las gracias por todas las sonrisas que me ha regalado, pero me da vergüenza debido a mis barreras sociales. Tampoco importa, ella ya lo sabe. La Sofi lo sabe todo.

NOTA: A l’equip educatiu del CEIP Sant Vicent i a totes les Sofis que han passat per les nostres aules i ens han modelat per a fer-nos millors docents i millors persones.