La Pasión de Borriol: Nueva Jerusalén sale del dique seco

Emocionado regreso de la Pasión de Borriol en el 2022.

Emocionado regreso de la Pasión de Borriol en el 2022. / Manuel Navarro

Henri Bouché / Luisa Bouché

Por fin, tras estar tres años en el dique en seco, la primera Pasión provincial, Nueva Jerusalén de Borriol, acaba de salir exitosa con la edición del 2022. Motivos pandémicos y cuestiones climáticas han sido los causantes. El Jueves Santo, pues, se cumplió la salida del dique, que, tras esta interrupción, ha cumplido desde su nacimiento en 1975. Y lo hizo con la habitual pujanza, con ánimos renovados y un denso trabajo de montaje de los escenarios, luchando contra los elementos con el habitual tesón de los borriolenses. Los medios de comunicación (prensa, radio, televisión y fotógrafos) se hicieron pronto eco de la reaparición.

Una noche del 14 de Nisán, apacible y tranquila, invitaba, además, a presenciar la que debió ser esta 47ª edición, anunciada por un cartel de la pintora local Elisa Merino. Allí acudió un ingente número de espectadores que gozaron de la originalidad de esta Pasión y que, con bastante antelación, fueron en busca de los lugares más idóneos para presenciar sus actos.

Recuerdo

Todo comenzó con unas palabras del presidente, Arcadi Babiloni, quien recordó a los fallecidos durante este largo período de pandemia y pidió por ellos un minuto de silencio.

La filosofía de Nueva Jerusalén es simple, pero no exenta de sorpresas. En primer lugar se intenta que los actuales espectadores conozcan que algunos actos son simultáneos y, por consiguiente, se necesitan dos ediciones para percatarse del movimiento integral. Otra característica es su dimensión itinerante: la Pasión recorre algunas calles y lugares de la población, si bien hay escenarios fijos como el Sanedrín, Pilato, Herodes y el montículo del Calvario, cumbre de la Pasión. Jesús (Rafael Lloret Porcar) recorrió todos ellos acompañado de apóstoles, soldados, y otro personal, iluminado por la luz y el calor de las antorchas.

Un momento, un acto, que, desde sus inicios, es absolutamente privado y tan solo pueden relatar quienes, como el que esto escribe, han estado presentes como apóstoles durante un largo período. Es la Santa Cena en donde la sala de los reunidos se convierte, de pronto, en un lugar de silencio y especial espiritualidad. Es donde Jesús habla con sus discípulos y come con ellos. Allí tiene lugar el lavatorio de los pies y reina una indescriptible emoción. Otros momentos conmovedores fueron la Oración en el Huerto, el parlamento de Herodes y el de Pilato, así como las discusiones del Sanedrín.

Lágrimas en los ojos

El público, muchas veces con lágrimas en los ojos, contemplaba el itinerario que conduce al Calvario: Jesús recorría anoche las calles y campos hacia el suplicio. Mujeres, Verónica, Judas, soldados y otros observaban el paso con especial reverencia y hasta dolor ante el realismo de los actos. Jesús, Pilato y Herodes, la Piedad, el ángel, Judas y el Sanedrín estuvieron no solo muy altos en la parte escénica, sino también en la emocional. El acto de la Crucifixión fue, como siempre, sobrecogedor: allí, Jesús, su Madre, en una singular Piedad, Juan, miembros del Sanedrín, soldados y dos cruces más nos hicieron retrotraer a los tiempos de la antigua Jerusalén. La música, parte de Rafael Beltrán, contribuyó a la solemnidad. Es, sin duda, el drama sacro borriolense, digno de las Pasiones históricas, en el que colabora activamente una gran parte de la población. Y, también, el Ayuntamiento y la Diputación Provincial.

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