El Villarreal sigue mirando la Liga desde el ático y ya sin compañía, como líder en solitario, después de los tropiezos del Madrid y el Celta. Este equipo tiene muchas virtudes, entre ellas el talento individual y la solidaridad colectiva, pero también destaca con mayúsculas el corazón, la raza y una competitividad muy alta. El Villarreal, como dicen los argentinos, es un equipo canchero. Anoche jugó a fútbol, muy bien por cierto, pero supo sacar el machete y pelear en el barro cuando el Atlético quiso llevar el encuentro a ese terreno. Y también sufrir, porque nada importante se consigue sin sufrimiento. Este Villarreal impone respeto. El gol de Baptistao fue suficiente para fulminar a uno de los grandes de la Liga, aunque hubo más ocasiones para firmar una victoria menos taquicárdica y más tranquila.

El Villarreal es un equipo que se adapta perfectamente al hábitat. Lo demostró en Málaga y lo refrendó anoche. Estilos diferentes para un mismo fin: competir siempre. En La Rosaleda, el Málaga llevó el partido a una guerra en el fango. Y había que salir a pisar el barro con fuerza. Y se hizo. Ante el Atlético, el equipo de Marcelino impuso su ley de mandar en el campo con el control de la pelota. El grupo de Simeone ha perdido un punto de la fiereza y la intensidad de hace dos temporadas, pero continúa siendo una gran equipo. Eso es incuestionable. Tanto como la calidad técnica, la riqueza táctica y la versatilidad de este proyecto de Marcelino.

Anoche se disfrutó de un fútbol con más pausa, cuidada elaboración desde el área propia y fundamentado en el toque-toque en el primer acto. Más acorde con el estilo Villarreal. El Atlético no dejó espacios para que el Submarino utilizara otra de las armas de su rico repertorio: el contragolpe. Marcelino mantuvo a cinco jugadores del equipo titular de Málaga: Areola, Mario, Bailly, Jonathan y Baptistao. Los cambios dieron oxígeno a un Villarreal que quemó el cuentakilómetros en La Rosaleda y lograron que se continuara aplicando una presión asfixiante, bastante adelantada, sobre la salida del balón del Atlético. El Submarino combinaba e hilvanaba muy bien su fútbol.

En una de esas acciones de precisión y rapidez en el movimiento del balón, llegó el gol de Leo Baptistao tras una pared con Soldado con la perfecta definición del hispano-brasileño. A los 13 minutos el Villarreal ya ganaba 1-0 y lo avalaba, además, con un juego vistoso y el sostén defensivo del cuarteto de atrás, con el apuntalamiento en la medular de Jonathan dos Santos, un jugador que aporta mucho equilibrio.

El Atlético no tuteó al Villarreal; le dispensó un trato de mucho respeto con un repliegue ordenado, cerrando huecos para los pases interiores de los Trigueros, Bruno... que siempre fueron desactivados. Casi siempre, porque Soldado aún dispuso de una segunda ocasión con un potente tiro que Oblak despejó con apuros. Simeone se desesperaba porque su equipo iba a remolque. Y llegó la tercera ocasión del Villarreal a ocho minutos del descanso, con un remate en plancha de Castillejo que se marchó por muy poco fuera. El Atlético tuvo que esperar al último minuto de la primera parte para tener su única ocasión, producto de un error de Víctor Ruiz que enmendó Areola ante Griezmann.

EL ‘CHOLO’ REACCIONA // Simeone movió el banquillo convulsivamente buscando un revulsivo. Fernando Torres y Vietto sustituyeron a Gabi y Jackson --desaparecido--, mientras Marcelino se veía obligado a relevar a Baptistao, con problemas durante la semana tras el palizón de Málaga, y reubicar a Nahuel en punta. El hispano-argentino pudo poner la puntilla tras otra asistencia de Soldado, pero pisó el balón cuando se quedaba solo ante Oblak.

El partido cambió de teórico jefe. Los colchoneros arañaron posesión al Villarreal, pero el dominio era más teórico que real, porque el Atlético no dispuso de una sola ocasión en la segunda parte y eso que Simeone tenía a todo su arsenal en el campo con Vietto, Correa, Torres y Griezmann.

El Atlético recuperó su estilo y metió esa intensidad que le hizo campeón de Liga hace 15 meses. Pero el Villarreal respondió con sus mismas armas, las que puso en liza en La Rosaleda. Una nueva vuelta de tuerca a su faz más camaleónica. Un gran equipo debe brillar hasta cuando sufre y el equipo de Marcelino supo sufrir para aguantar el tanto de Baptistao. El Atlético puso cerco, pero el León de Bingerville rebotó todo lo que llegó por el espacio áreo. Bailly lleva camino de ser uno de los mejores centrales de Europa. Y Víctor Ruiz, más de lo mismo. El Villarreal volvió a dejarse la vida y volvió a ganar. Esta vez la víctima fue uno de los grandes de la Liga. Seis partidos 16 puntos. Impresionante. H