Los modelos de liderazgo han evolucionado, como el mundo. Las empresas invierten tiempo y dinero en actividades de coaching para sus altos ejecutivos con el fin de optimizar la dirección de grupos de trabajo. Lejos quedaron los tiempos del modelo de jefe dictatorial, que no escuchaba e imponía su criterio contra cualquier opinión, por el solo hecho de ejercer su voluntad, con lo que se equivocaba él mismo y perjudicaba a su empresa. El buen líder no impone el respeto de los suyos hacia su persona sino que se lo gana con su actitud, respeto y, por supuesto, generando un buen ambiente de trabajo. Este modelo tampoco consiste en una dejación de funciones y en dejar la responsabilidad en manos de los demás. No, ni mucho menos.

El vestuario del CD Castellón estaba acostumbrado a un entrenador que había sido algo así como una figura paternal para sus jugadores y, con sus defectos y virtudes, un hombre apreciado por la plantilla. Otra cuestión es su inmovilidad en el cambio de una idea que tuvo sus buenos momentos y condujo al equipo al fútbol profesional pero que requería una revisión, algo que no quiso aceptar Óscar Cano. Pero eso es ya historia.

El preámbulo viene a cuento de la entrada de Juan Carlos Garrido en el Castellón. El nuevo técnico entró con puño de hierro. Poco dialogante con los futbolistas, con un método de trabajo distinto y guardando las distancias incluso con sus ayudantes, dejando la cercanía para su preparador físico, que es a quien se le podría denominar su brazo derecho.

Se podría decir que Garrido entró en el Castellón como un elefante en una cacharrería. Primera victoria y luego una dolorosa racha de derrotas consecutivas, alguna muy dura. Las dudas empezaron a alimentarse y hasta los rumores, algo que es intrínseco al fútbol. Pero poco a poco fue cambiando de modelo de liderazgo. Del autoritarismo se pasó a una mayor cercanía con el jugador, cada uno en su sitio pero con más diálogo. Y llegaron las paellas de Marina d’Or. Informales, en el mismo campo de entrenamiento, casi sentados en la hierba como se podría decir coloquialmente, pero tremendamente importantes para que los jugadores se acercaran a su entrenador, se conocieran un poco más y también para la integración de los nuevos. Bueno, y el Castellón ha sumado siete de los nueve últimos puntos en disputa.

Se ha logrado frenar la caída libre, reactivar la ilusión y que la permanencia pasara de ser una misión casi imposible a una meta complicada, pero posible. Nadie dijo que fuera a ser fácil para un recién ascendido, pero se ha logrado que ahora sea una empresa difícil, pero se puede.

Si dijera que me gustó el Castellón que vi el sábado ante el Sabadell, les estaría contando una milonga y no creo que ese sea el caso. Pero sí que se ha avanzado mucho en contener la hemorragia defensiva. Solo un error grave: la jugada del penalti. Y con esa base se puede crecer. Los fichajes de invierno sí han sido refuerzos. La pena es que no llegaran antes, porque Jonatan Soriano, con un poco más de rodaje, será un jugador importante. Pero han llegado a tiempo para que el Castellón siga en Segunda A. Y yo prefiero el liderazgo inteligente, aquel que se gana el respeto con razonamientos y no con autoridad mal interpretada. Me gustan las paellas de Marina d’Or. Ese es el camino. Sufriremos, seguro, pero llegaremos a la meta. PPO.