La derrota en Mestalla ha marcado un antes y un después en el Villarreal. A nivel anímico supuso un duro varapalo tras una larga racha de partidos sin conocer la victoria. Todo empezó con una larga reunión de Unai Emery y la plantilla. El ejercicio de la autocrítica fue el inicio de una toma de conciencia que logrado hacer más fuerte al equipo. Emery es un buen seguidor de las lecturas de autoayuda y coaching. Posiblemente porque todo suma y no hay dejar de lado parcela alguna. Es un técnico que se involucra al máximo donde trabaja y que aboga por la identificación absoluta con todos los símbolos y estamentos del club en el que está. 

El partido posterior al traspiés ante el Valencia, el técnico sorprendió a sus jugadores poniendo el himno del Villarreal en los instantes previos al choque ante el Dinamo de Kiev. No le había venido la inspiración ni nada parecido por los acordes compuestos por Toni Pitarch, sino que su intención era potenciar el sentimiento de pertenencia al club e inculcárselo a sus jugadores. Hasta la injusta derrota de ayer ante Osasuna, con una buena imagen del equipo, se encadenaron seis victorias consecutivas, tres en Liga (Eibar, Cádiz y Granada), además de los dos de las dos ante los ucranianos y una ante los croatas. La il•lusió de tot un poble industrial y llaurador... no es una receta para ganar pero sí un instrumento más para potenciar vínculos. Emery ha repetido muchas veces que si algo le está faltando en esta pandemia es la conexión con la grada, su calor y el sentimiento del público. Ha llegado para dirigir un proyecto largo y en el club se confía en él, sin la dictadura de los resultados, que como la derrota ante Osasuna no reflejan el trabajo realizado.

Sentar cátedra y dar lecciones magistrales es algo que me produce urticaria. Escuchar y aprender cada día es mejor que creerse el más listo, y no como aquel que siempre se halla en posesión de la verdad absoluta. Un principio básico que adoro y que también observo en Emery, no reñido con tomar decisiones. Sí, ya le he visto varias de esas y alguna que me queda por ver todavía. 

Unai es intenso. Me recuerda en otra medida a Marcelino, y también tiene ascendencia sobre el grupo como Pellegrini. Ha pasado una racha muy mala con más de dos meses y medio sin ganar. Ya aparecieron las dudas. Fuera, no dentro. En mi caso nunca las tuve. Y hasta algún susto vital como el accidentado viajeen avión desde Bilbao. Hasta en esa situación tuvo temple,pero el vuelo se las trajo. Su receta es trabajar. «Podrán decir de mí que soy malo, y lo respetaré, pero nunca que soy vago», repite. Y pese a su carácter visceral, siempre desde el respeto. El jueves queda un escollo difícil contra el Dinamo. Hay que superarlo.  

Mientras, el club planifica con Unai al frente de las operaciones. Estamos en el punto álgido de la temporada. Y sí, que siga sonando el himno. ¡Tócala Emery!