La racanería solo sirvió para lograr un punto en Santa Cruz… y gracias. El Castellón tendrá muy pocas oportunidades como la que desperdició ayer para conseguir una victoria a domicilio en Segunda División A: un estadio vacío, un rival que no se jugaba nada, el Tenerife, y poder disfrutar de más de una hora con un jugador más. Y ni con esas. Empate 1-1 y gracias. Porque el conjunto tinerfeño se adelantó, buscó más el gol que los albinegros y y a 20 minutos para el final el meta orellut Óscar Whalley salvó la igualada al detener un penalti a Nono. Nueva oportunidad desperdiciada de tomar distancia con la zona de descenso, que ahora está a dos puntos, los que le separan del Alcorcón, que es 19º.

Poco movió su dibujo y su once en la jornada de ayer Juan carlos Garrido. Solo la entrada de Krhin por Arturo Molina en la medular como novedad, en busca de dar continuidad el triunfo ante el Mallorca y a dotar de consistencia y posesión en la medular --con el doble pivote Krhin-Bodiger--, pero la realidad fue otra bien distinta.

El Tenerife, un equipo sin presión, sin objetivo porque está igual de lejos de la zona de ascenso que del descenso, se adueñó de la medular, mandó en la posesión y generó muchísimo peligro por ambas bandas, siendo sus laterales, Shaq Moore y Kakabadze, y sus extremos, Sam Shashoua y Germán Valera, cuarto martillos pilones que percutieron una y otra vez por la zona defensiva del conjunto de la capital de la Plana.  

De hecho, tres escasos minutos necesitó el propio Varela para tantear a Whalley, pero su disparo lo rechazó el meta, mientras que esa misma área se produjo otra gran jugada a cargo de Shashoua, que disparó hasta en dos ocasiones, pero ambos disparos los rechazó el poste izquierdo del marco orellut, el segundo tras desviar Gálvez un lanzamiento que se colaba.

Expulsión.... clave?

Con el Castellón pidiendo auxilio y achicando balones, en el minuto 27 se produjo una acción que hubiera podido cambiar, para bin, el signo del partido. El Tenerife sufrió la expulsión de Javi Alonso por una dura entrada a Rubén Díez, que el colegiado Sánchez López no estimó como tal en directo, pero que rectificó vía VAR. Roja clarísima y los de Garrido encaraban más de una hora con un futbolista más.

Pero ni con esa ventaja fue ni mejor ni superior el combinado castellonense. Dicha expulsión no supuso freno alguno al Tenerife a su mayor superioridad con balón, ya que en la recta final de la primera parte logró marcar por medio de Fran Sol, al rematar a placer tras un rechace de Whalley.

Con dicho botín de un diezmado Tenerife concluyó la primera parte. Un preocupante Castellón sin ideas ofensivas --apenas un tiro desviado de Bodiger desde la frontal-- y que era un flan defensivamente en el juego aéreo.

Espejismo y punto salvado

El segundo acto se reanudaba con otro brío. Garrido daba entrada a Señé y Marc Mateu por dos desaparecidos Krhin y César Díaz. Fulminante, aunque fue un espejismo, la reacción orellut en dicho inicio: Señé servía un balón a Lapeña, cuyo centro despejaba mal un zaguero rival, aprovechando el rechace Rubén Díez para fusilar al meta rival y anotar el tanto de la igualada tras un duro disparo con la zurda.

Un gol que invitaba al optimismo. Pero ni el Tenerife bajó los brazos, todo lo contrario porque Ramis introdujo cambios ofensivos, ni el Castellón pisó el acelerador. Es más, el último relevo albinegro fue quitar a su ‘9’, Juanto, por Gus Ledes, quedándose el equipo sin delanteros.

Y apareció la virgen, o San Whalley, ya que en el minuto 73 desbarataba un penalti lanzado por Nono que había cometido el mismo guardameta. Empate ramplón. Demasiada racanería para sumar un punto... y gracias.