ENTREVISTA: FERIA DE INNOVACIÓN DESTACA EN RUTA DE L'ALCORA

Guillermo Monrós: «Los pigmentos en la industria cerámica deben adaptarse al cambio climático»

El catedrático de Química Inorgánica de la UJI analiza pasado, presente y futuro de las técnicas y subraya: "Una cerámica sin color perdería toda su alma"

Guillermo Monrós, catedrático de Química Inorgánica de la UJI.

Guillermo Monrós, catedrático de Química Inorgánica de la UJI. / Mediterráneo

Las fuentes energéticas, las materias primas y la economía circular, la Agenda 2030 y la transformación empresarial a través de la industria 4.0 y la inteligencia artificial son los ejes temáticos de las mesas redondas que ahondarán en los retos de Castellón, en el marco de la feria de innovación, científica y tecnológica Destaca en Ruta de l’Alcora, del 18 al 20 de octubre. La cita, que ultima sus detalles, tendrá como ponente de la conferencia inaugural (el día 18, de 9.30 a 10.30): Los técnicos del color de la Real Fábrica de loza y porcelana de l’Alcora, al catedrático de Química Inorgánica de la UJI, Guillermo Monrós, quien avanza a Mediterráneo las claves de su disertación. 

--¿Por qué es relevante destacar la labor de los primeros profesionales técnicos en los comienzos de la cerámica en esta feria 2023?

--En consonancia con los valores de innovación y transferencia de ciencia y tecnología que la feria promueve, la historia técnica de la Real Fábrica es una secuencia de renovación-innovación, con adopción de las nuevas tecnologías y conocimientos científicos cerámicos para superar las crisis que sucesivamente la acuciaron, como conflictos bélicos y crisis económicas, o la competencia desigual con la fábrica del propio rey Carlos III de España (y VII de Nápoles), que trasladó íntegramente su manufactura de porcelana de Capodimonte al Buen Retiro en Madrid, o la pérdida de exención de tasas de exportación a las Indias.

--¿Cómo se superaron los contratiempos?

--La Real Fábrica se reinventó para no desaparecer: pasó del monocromo Berain a policromía, de la fina loza estannífera a la porcelana fosfática o a la de pipa. Y con estas, al reflejo metálico de Manises y al dorado ambarino de Sèvres. Para terminar una fulgurante trayectoria siendo líderes españoles en el estampado calcográfico. 

--¿Qué innovación aportó?

--La Real Fábrica es un proyecto global, no una manufactura localista, aunque prefiera y contrate casi en exclusiva como aprendices a los del Señorío de l’Alcalatén. Se abrió a los aires de la innovación para mantenerse en un mercado duro y competitivo: Moustiers-Marsella (Olèrys); luego, Worcester y Meissen (Knipffer); Leeds y Sèvres (Cloostermans) y acogiendo al final la estampación calcográfica de Staffordshire.  

--¿En qué se diferencia su técnica a la actual, hacia dónde vamos?

--Los coloristas de l’Alcora producían pigmentos de alta calidad, que en nada tienen que envidiar a los que actualmente producimos. Sin embargo, dos grandes innovaciones en el color cerámico vienen de EEUU: pigmentos de base rutilo de 1911 (blanco sin dopar), 1939 (amarillo Ni-Sb y ocre Cr-Sb), 1974 (marrón Mn-Nb)) y los del circón (silicato de circonio) de Seabright en 1948 (turquesa V), 1961 (amarillo Pr) y 1965 (pink koral de Fe). La intensidad, nobleza, estabilidad y baja toxicidad de estas nuevas familias han desbancado, en parte, a los pigmentos de la Real Fábrica, aunque algunos permanecen inamovibles, como el azul cobalto o el rojo de hematita-sílice para coloración en masa, por no hablar de la amplia variedad de espinelas confeccionadas con Cr,Mn,Fe,Co, que permiten jugar con el color variando su concentración. El pigmento cerámico comercial no vive sus mejores momentos en la actual cerámica industrial, por la implantación de la tecnología inkjet, con una limitada paleta de coloración (tintas formuladas con azul cobalto, ferrito de cinc dopado con cromo, amarillo de praseodimio y negros de hematita dopada con cromo o espinela negra de Fe,Co,Mn) y la apuesta por grandes formatos de imitación natural, con coloraciones suaves, discretas y minimalistas. Ello ha relegado a los pigmentos a una commodity cerámica. Pero una cerámica sin color, perdería el alma cerámica, y eso no va a pasar. Sin embargo, los pigmentos cerámicos deben ser sostenibles: libres de componentes peligrosos, intensos, versátiles en las matrices cerámicas y con alta capacidad de reflectancia del calor infrarrojo (cool pigments), para compaginar el color con la adaptación al cambio climático.

--¿Quiénes fueron los ‘mosqueteros del color’ de la Real Fábrica de l'Alcora?

--Son cuatro grandes generaciones de coloristas.

  • En la etapa fundacional de la Real Fábrica destacan los tres mosqueteros del color, que como todo el mundo sabe eran cuatro, aunque en l’Alcora fueron cinco, los firmantes del primer recetario de colores de 1749: Olèrys-Causada-Ochando-López. El primero, el líder inicial, Joseph Olèrys, vino junto con otros cinco ceramistas de Marsella; los Jacinto Causada (padre e hijo), de Muel (Zaragoza); Joseph Ochando, reputado tallista, vino de Almassora; y Julián López de Talavera, aunque procedía de Manises. Ellos desarrollaron las bases de la policromía alcorina de buena parte del siglo XVIII, con una paleta base CMYK de azul cobalto (con el zafre, óxido ce cobalto, o los esmaltines, una disolución de cobalto en frita de silicato de plomo de la época), un roxo o encarnado (nuestro actual rojo de hematita-sílice), el amarillo de Nápoles (antimoniato de plomo modificado con estaño, que obviamente hoy está fuera de uso) y un negro de hierro cobalto (nuestra espinela de ferrito de cobalto). Además, el verde cardenillo de cobre (tal vez importado de Talavera), y López mediante, el reflejo metálico o dorado de Manises de tercera cocción en los fornets de daurar alcorinos.
  • La segunda generación de coloristas estaría encabezada por el sajón Johan Christian Knipffer que procedía de Meissen, cuna de la porcelana dura europea, que abandonó al ser arrasada en la guerra de los siete años. Destacó su formulación de porcelana fosfática o de huesos, al estilo Worcester, que no tiene que envidiar en calidad a la dura de Meissen, solo que es más barata y asequible a los hornos morunos de l’Alcora. Knipffer deja en l’Alcora recetas del más puro púrpura de Cassius, dignas del mejor químico de nuestra época, un rojo cerámico basado en nanopartículas de oro estabilizadas en la superficie de partículas de hidróxido de estaño, que solo será superado en su pureza del color rojo por el sulfoseleniuro de cadmio encapsulado en circón mediado ya el siglo XX.
  • La tercera generación, ya finalizando el siglo de las luces, es la de Pierre Cloostermans; robado a Sèvres por el X Conde de Aranda siendo embajador en París. Su hijo Pedro lega un excelente recetario, luce en l’Alcora el mejor púrpura de Cassius sobre esmalte de porcelana de frita o tierra de pipa que enlaza a l’Alcora con Leeds. Sucediéndole, aparecen dos alcorinos, de larga saga. Uno, Joseph Ferrer que fundó su fábrica en Ribesalbes, aunque tal sería el interés de l’Alcora por tenerlo, que le permitió compaginar las dos manufacturas. El otro alcorino, Vicente Álvaro, que marcó una época técnico-artística. Con ellos, la Real Fábrica desarrolla la gama de pigmentos basada en el cromo, debidos a los técnicos de Sèvres y los pink ingleses.
  • «Por último, la cuarta generación son técnicos de Staffordshire contratados en Sevilla a mitad del siglo XIX, por uno de los propietarios. Fue el XIV Conde de Aranda (XII Duque de Hijar y primer director del Museo del Prado), con el fin de desarrollar las tintas azules y sepia basadas en emulsiones de azul cobalto y hematita-sílice respectivamente, para la estampación calcográfica. El último hito de innovación de una manufactura antes de su declive con el arrendamiento a los hermanos Girona».