SUMAR

Las horas bajas de Yolanda Díaz, entre el ninguneo en el Gobierno y la pugna interna: "El peor momento"

La relación entre PSOE y Sumar se tensa como nunca tras el enfado mayúsculo de Sánchez con la política gallega por no haber controlado a los comuns de Ada Colau en Cataluña

Yolanda Díaz.

Yolanda Díaz. / Javier Lizon

Ana Cabanillas

Ni una mirada entre Yolanda Díaz y Pedro Sánchez. Aplausos desganados de la vicepresidenta segunda a los ministros socialistas y vacío de la plana mayor del PSOE a la dirigente gallega. La bancada azul del Congreso, donde se sientan los miembros del Gobierno en las sesiones prlamentarias, fue esta semana escenario de la gelidez total entre las dos partes de la coalición tras una semana negra.

Yolanda Díaz ha resultado ser la gran damnificada de la situación, tras ser cuestionada abiertamente por el PSOE por "no controlar" a su espacio, después de que los comuns de Ada Colau tumbasen las cuentas en Cataluña, lo que llevó a Pere Aragonès a adelantar las elecciones y a Moncloa, a renunciar a los presupuestos del 2024. Una situación de la que culpan directamente a Díaz, que no sólo tiene una crisis abierta en el Gobierno, sino que afronta también turbulencias en su propio espacio, con frentes abiertos con sus partidos aliados y las dificultades que conlleva el despliegue de Sumar, que el próximo sábado celebra su Iª Asamblea.

La tensión es máxima en la coalición. Díaz, que mantuvo gesto serio durante las intervenciones de los socialistas en la sesión de control del miércoles, terminó mudándose de lugar en el Hemiciclo durante el debate sobre la amnistía del jueves, después de criticar abiertamente a Pedro Sánchez por renunciar a los presupuestos 2024.

La vicepresidenta segunda abandonó su tradicional escaño junto a Sánchez y la vicepresidenta Maria Jesús Montero para sentarse junto a Ernest Urtasun. El ministro de Cultura, que no es diputado, fue el único ministro de Sumar que acudió al Congreso, después de cancelar un viaje que tenía previsto, y el único que arropó a Díaz, cuya soledad en el Gobierno se hizo por primera vez evidente en la bancada azul.

El desdén que el ala socialista escenificó en la Cámara también ha tenido grandes muestras en la acción de Gobierno en las últimas semanas, donde se desatienden por sistema las peticiones, exigencias y propuestas de Sumar, que tenía en el proyecto presupuestario una gran oportunidad para exhibir su influencia y su peso en el Consejo de Ministros. Pero esta semana todo se ha tambaleado.

"Es el peor momento en su relación", admiten fuentes de Sumar, donde apuntan a que ahora comenzará entre los socios de Gobierno, y con las elecciones catalanas de fondo, un "reparto de culpas" por la convocatoria de unos comicios que han pillado al PSOE con el pie cambiado, y donde los comuns se arriesgan a ser responsabilizados de la inestabilidad política.

Desgaste en el CIS

El desgaste de la dirigente gallega ha tenido reflejo en las encuestas, con una importante caída en la valoración de la líder de Sumar, que tradicionalmente encabezaba el ránking de los mejor valorados, y que en el CIS de marzo ha sido por primera vez desbancada, quedando por detrás de Alberto Núñez Feijóo y de Sánchez.

La dirigente también ha caído de una manera importante como favorita para presidir el Gobierno. En diciembre de 2021, en plenas negociaciones por la reforma laboral, Díaz era la presidenciable preferida para el 17,1% de los españoles, según el CIS. En el último barómetro ha caído diez puntos, hasta el tercer lugar, al inclinarse por ella sólo el 7,2%, por detrás de los líderes de PP y PSOE, y con Santiago Abascal a dos puntos, con un 5%.

Rifirrafe

El enfado es mayúsculo en las filas socialistas con Yolanda Díaz, a quien responsabilizan por no haber intermediado para impedir que los comuns de Ada Colau tumbasen los presupuestos catalanes, como finalmente ocurrió, precipitando un adelanto electoral en Cataluña que llevó a Pedro Sánchez a tomar la decisión inmediata de abortar también las cuentas de 2024, ante el difícil apoyo de ERC y Junts en plena campaña electoral.

Hasta la semana pasada, el Gobierno daba por hecho que lograría sacar las cuentas gracias a los independentistas, y tras encarrilar la negociación para aprobar la ley de amnistía. Pero las elecciones catalanas dejan al PSOE habiendo pagado un alto precio, con todo el desgaste que implicó la amnistía, y sin la contrapartida que llevaba consigo, y que suponía aprobar los Presupuestos Generales del Estado para blindar así la legisatura y permitir al Gobierno aguantar tres años más.

Yolanda Díaz también reprochó a Sánchez no haber intentado hasta el final sacar adelante las cuentas, que para Sumar implicaban la posibilidad de arrancar medidas al PSOE que luego poder exhibir como trofeos en el ciclo electoral. La ampliación de permisos por nacimiento a 20 semanas, la permanencia de los impuestos a la banca o a las energéticas o el aumento de las ayudas a la dependencia eran bazas que ahora se quedan en el tintero.

No es la primera vez que el PSOE culpa a Díaz por desestabilizar el Gobierno. Ya lo hizo con la salida de Podemos del grupo parlamentario, perdiéndose cinco votos decisivos para la mayoría progresista, después de que la dirigente rechazase su inclusión en el Gobierno, pese a las presiones socialistas. Pero en esta ocasión el malestar es mucho mayor, al considerar que pone en riesgo la estabilidad de la legislatura, impidiendo unos presupuestos que permitirían aguantar varios ejercicios.

Desplantes

Al notable malestar del ala socialista con la vicepresidenta segunda se suman los desplantes del PSOE a Sumar en los últimos meses dentro del Gobierno. Entre los primeros grandes anuncios de la legislatura estuvieron la ampliación del Puerto de Valencia y del aeropuerto de Barajas, ambas medidas rechazadas después por Sumar. A esto se unió el pacto con Junts para la ley de amnistía, que incluía la cesión de competencias de inmigración a Cataluña, una propuesta también criticada por los de Díaz, que no veían bien que este asunto se usara como moneda de cambio.

Después de estos desencuentros, el socio minoritario de Gobierno pidió al PSOE convocar la mesa de seguimiento de la coalición. Eso ocurrió el 5 de febrero. Más de un mes después, los socialistas no han atendido la petición. Tampoco la solicitud formal que elevó Díaz desde Vicepresidencia segunda del Gobierno para viajar a Palestina, el pasado 14 de febrero. En un primer momento, Exteriores rechazó que estuviera preparando un desplazamiento de estas características y, pese a la insistencia de la líder de Sumar, un mes después no hay constancia de que la visita vaya a producirse.

Además de la creación por parte de Moncloa de estructuras paralelas a los ministerios de Sumar, se une también el desdén hacia las propuestas y exigencias del socio minoritario del Gobierno, que son ignoradas con gran facilidad. La última este mismo viernes, cuando el Ministerio de Vivienda, del PSOE, mantuvo sin cambios el índice de precios del alquiler que Sumar había impugnado, publicándolo en el BOE tras rechazar todas las alegaciones presentadas por los de Díaz.

Líos internos

La factura que estos días paga Yolanda Díaz no sólo radica en las tensiones de Gobierno. Los pésimos resultados de Galicia, donde quedaron lejos de tener escaño, llevó a que las fuerzas aliadas reaccionaran de inmediato y pusieran en duda la solidez de la marca electoral, reivindicando sus propias organizaciones frente a la plataforma de Díaz, aún en proceso de construcción.

Este revés llegó cuando Sumar diseñaba la organización, con el sistema de pesos y contrapesos entre Díaz y sus partidos socios, y mientras se producían las negociaciones con otras fuerzas para las elecciones europeas, donde Sumar todavía no tiene candidato y donde se enfrentará por primera vez a nivel estatal con Podemos, que tiene su gran apuesta en Irene Montero.

La relación con Podemos tampoco suma. El grupo parlamentario rompió en diciembre con Díaz, que perdió cinco diputados -después recuperó uno por la salida de Lilith Verstrynge-, restando números a la frágil ecuación que ya necesitaba el Gobierno de coalición.

Polémica asamblea

El próximo sábado se celebrará la Iª Asamblea de Sumar, y también lo hace envuelta en polémica después de las fuertes presiones sufridas por parte de IU Andalucía, que obligaron a cambiar el planteamiento de Díaz en un primer momento para ceder más poder a las fuerzas de cada territorio. Más Madrid también ha mostrado su malestar hacia los planes de Sumar de crear estructuras en la región madrileña, donde considera que debe tener el monopolio, el estilo de los comuns de Ada Colau.

La asamblea, que en un primer momento se preveía como un gran encuentro al estilo Magariños, ha quedado ciertamente deslucida. Tras la polémica por la venta de entradas, también hay participantes que ahora creen que el encuentro se ha convertido en un mero trámite, sólo para ratificar a Yolanda Díaz y con solo dos horas para el debate político, según el programa publicado. Sumar asegura que la construcción se realizará en dos fases, y que la gran asamblea fundacional será en otoño, cuando se presenten los estatutos.

No hay un frente tranquilo para Díaz. En las negociaciones de la europeas, está todavía por ver si fuerzas que fueron en coalición para las generales como Més per Mallorca Compromís, cierran un acuerdo para ir con Díaz a las europeas. Las negociaciones se están produciendo, pero algunos sectores de estos partidos se han abierto a la opción de concurrir en listas diferentes, ante la debilidad exhibida por Díaz en las gallegas y los malos resultados que se prevén en las elecciones vascas, donde también irán por separado a Podemos.

Frialdad con Colau

El único feudo pacificado para Díaz son los comuns de Colau, la facción que más peso tiene dentro de Sumar, con un ministerio, la portavocía del partido y una portavocía en el Congreso, además de una importante ayuda logística. Pese a la buena sintonía que hay entre ambas organizaciones, existen fuertes tiranteces entre Díaz y Colau.

Además del intento de Colau por incluir a Podemos en el organigrama de Gobierno, que fue desoído por la líder de Sumar, se produjo un choque mayor y que pasó más desapercibido cuando Díaz rechazó, durante la formación del Ejecutivo, la petición de la exalcaldesa de Barcelona para que el ministerio de su cuota fuera ocupado por su mano derecha, Jordi Martí.

Díaz se empeñó en designar ella misma a Urtasun como representante de En Comú Podem, algo que sublevó a la líder de los comuns. Martí fue finalmente situado como secretario de Estado del Ministerio de Cultura. Desde entonces, Colau y Díaz sólo han aparecido juntas durante las campañas electorales -la última, en las gallegas-, una escena que se repetirá para las elecciones catalanas. De momento, Sumar se ha esforzado en cerrar filas con los comuns y salir en su defensa, en el marco de precampaña electoral. Los resultados electorales que salgan de la cita catalana definirán el nuevo escenario.