A Eugenio Criado, un madrileño de “casi 58 años”, de vacaciones en Orpesa, le costará olvidar cómo un paseo matinal por la playa puede terminar, horas después, en la puerta de un hospital de una ciudad que apenas conoce, a 32 grados y provisto únicamente de las chanclas y el bañador, como única indumentaria.

Aquejado de una enfermedad rara que solo se da en apenas 6.000 personas en España --fibrosis pulmonar idiopáti-

ca-- que, según los especialistas, en ocasiones es más dañino que muchos tumores --que requiere de atención y aportaciones extra de oxígeno--, este turista salió a pasear y hacer ejercicio, como le recomiendan los doctores. Pasado unos minutos, se mostró indispuesto y, gracias a la atención de socorristas y personas del lugar, se dio aviso al consultorio de la localidad orpesina, donde “fui atendido estupendamente”, resalta. Dado su estado, se le trasladó al Hospital General de Castellón. “Hasta aquí todo muy bien”, señala. Pero su suerte se torció cuando “me dieron el alta. Me vi en la puerta del Hospital de Castellón, semidesnudo, en chanclas, sin dinero… Sin nada para volver a casa” y se le invitó a salir del centro y ”a buscarme la vida para volver a casa”, ya que había sido trasladado en una ambulancia desde Orpesa.

Eugenio señala que pidió un transporte a “las personas que estaban allí, pero no conseguí nada. Reclamé oxígeno, pero me dijeron que tendría que volver a pasar turno por urgencias, pues mi caso ya se había atendido. Y allí estaba yo, en la puerta del centro, semidesnudo, con una terrible sensación de vergüenza…”, cuenta este madrileño.

“Una chica se prestó a ayudarme y, con su móvil, pudimos localizar a un amigo de Orpesa, quien finalmente acudió a socorrerme y sacarme del apuro”, relata Eugenio. El afectado y su amigo, quienes fueron conminados por el agente de seguridad a borrar la foto tomada como testigo de su “drama”, lograron al final burlar este requerimiento, como atestigua la imagen que acompaña a este texto. H