El periodista castellonense Ricardo Mir de Francia ha vivido intensamente las últimas semanas la encarnizada campaña presidencial estadounidense que le ha dado, finalmente, la victoria al republicano Donald Trump. Mir de Francia lleva ya cinco años trabajando en Estados Unidos como corresponsal de El Periódico de Catalunya, en este tiempo, ha hecho esporádicas colaboraciones para la radio y la televisión. El Washington Post publicó hace unos meses unas fotos suyas sobre la situación de Guantánamo que han dado la vuelta al mundo. A sus 40 años ha estado seis años trabajando como periodista en Oriente Próximo. Vivió en Jerusalén y desde allí cubrió la región, la guerra del Líbano del 2006, la retirada israelí de Gaza, la operación Plomo Fundido o la revuelta egipcia que acabó con Mubarak.

Reside en Washington, el centro del poder en el mundo, con su familia, en Capitol Hill, el barrio pegado al Congreso.

--Ha vivido las elecciones presidenciales de EEUU en primera línea. ¿Cómo ha sido?

--Ha sido una campaña muy desagradable que ha dejado al país asqueado y ha revelado la fractura social que existe en EE UU. El día después estuvo lleno de incertidumbre. Nadie sabía a ciencia cierta qué iba a hacer Trump. Parte del país se siente reivindicada; el magnate les ha devuelto el orgullo. Pero la otra mitad está aterrorizada. Especialmente los inmigrantes, pero en general todos aquellos que creen en un país tolerante e inclusivo. A muchos padres les preocupa que su estilo agresivo y su tendencia al insulto fomente el bullying en los colegios. Desde que ganó las elecciones, ha habido protestas todos los días en varias ciudades, también en Washington.

--¿Qué opina de esta victoria tan ajustada?

--Nadie se quiso creer que Trump pudiera ganar. Ni las encuestas, ni los medios, ni los analistas. El personaje es tan impresentable que pensaron que el buen juicio prevalecería. Pero fuera de las grandes ciudades, millones de personas se sienten abandonadas y estafadas. El modelo económico neoliberal ha excluido a capas importantes de la población. Cuando viajas fuera de las grandes rutas, el país da miedo. Las infraestructuras se caen a trozos y escasean las oportunidades. Nadie ha prestado atención a toda esa gente en cuatro décadas. Trump les ha dado chivos expiatorios para todos sus problemas: los inmigrantes, los musulmanes, el libre comercio. Y la gente ha emitido un voto de protesta. En Europa está pasando lo mismo. Las clases gobernantes tendrían que tomar nota. O se adoptan reformas profundas para que la riqueza llegue a todas las capas de la población o volveremos a épocas oscuras.

--A título personal, ¿qué opina de la victoria de Trump?

--Me da pena que mis hijos tengan que crecer en un país gobernado por Trump. Venimos de la presidencia Obama y hubiera sido edificante que después de un negro, una mujer gobernara el país. Ayuda a normalizar las diferencias y a evitar estúpidos prejuicios. Mi hija estaba ilusionada con tener a una mujer presidenta. En su lugar, tendremos a un racista en la Casa Blanca, que insulta a la gente que no es como él, que ve el mundo bajo el prisma de ganadores y perdedores, y que se comporta como un matón. Nos espera un repliegue nacionalista.

--¿Ha coincidido con él?

--Le vi en Iowa y en la Convención de Cleveland. En sus mítines había mucha más pasión que en los de Clinton. La prensa de aquí ha tendido a presentar a sus seguidores como una panda de frikis misóginos, xenófobos y amantes de las armas, los “deplorables” de Clinton. Pero es muy reduccionista. También había mucha gente normal. Desde conservadores de toda la vida a gente ilusionada con el cambio que promete.

--¿Cómo es el presidente Trump en las distancias cortas?

--En la distancia corta, Trump es carismático. Habla con un lenguaje sencillo y dice superficialidades, pero la gente le entiende. Buena parte del discurso gira en torno a él, al dinero que tiene, a lo estupendas que son sus empresas. Tiene un ego bestial. Generalmente improvisa y a ratos pierde completamente los papeles. Insulta a los periodistas, incita a la gente a zurrarle a los manifestantes y cosas del estilo. También tiende a exagerarlo todo y a mentir. Su visión es muy tremendista.

--Ahora, un cambio de Administración... ¿Cómo es?

--Es interesante porque cuando cambia el presidente, cambia la ciudad (Washington). George Bush la llenó de tejanos, evangelistas y gente del petróleo. Barack Obama se trajo a muchos liberales de Chicago. Con Trump está por ver. Su Administración tiene que designar a unos 4.000 nuevos funcionarios. Imagina lo que es eso. Para los periodistas no hay tregua. Estamos agotados después de la campaña, pero ahora hay que cubrir las nominaciones del gabinete, sus planes para los primeros 100 días, cosas así. Si el Donald Trump candidato generó ríos de tinta, como presidente va a ser todavía peor. H