En una entrevista, Richard Sennett, uno de los pensadores más lúcidos de nuestro tiempo, decía: «Lo gratuito conlleva siempre una forma de dominación». Pensemos cómo podemos interpretar esta sentencia.

Estamos felices y contentos porque, cada vez más, las grandes tecnológicas, Google y Facebook al frente, nos permiten realizar tareas y prestaciones gratuitamente: tiendas digitales, agencias de viajes, banca electrónica, etc. Desde el móvil gestionamos nuestras relaciones sociales y económicas. ¡Increíble! Sin pagar nada.

No sabemos, ni queremos saber, que cuando conectamos nuestros dispositivos digitales comenzamos a vender nuestros datos, nuestra vida privada, nuestras preferencias políticas, nuestros deseos e intereses. Grandes cantidades de datos que unos sistemas informáticos llamados algoritmos recopilarán y organizarán convirtiéndolos en mercancía, en algo que se compra y se vende. Estas máquinas constituyen el corazón de los robots que, mira por donde, están eliminando gran parte de los actuales puestos de trabajo en todos los sectores. Si no hace falta ir al banco, ¿para qué quieren trabajadores? Resultado final: no tenemos personas que nos atiendan, pero pagamos por cada transacción o servicio que realiza un robot. Ya no es nuestro trabajo el que está en venta, somos nosotros.

Tanta simpleza e ingenuidad nos permite hablar de bobots como la contraparte necesaria del dominio actual de la inteligencia, en muchos casos, estupidez artificial. No me refiero a los muñequitos que se venden con este nombre. Me refiero a quienes no se dan cuenta de que cuando algo es gratis, ellos son el producto.

*Catedrático de Ética