A finales de la semana pasada el buen amigo Quique Viñes, jefe de protocolo del Ayuntamiento de Castellón, me llamó para preguntarme si existía algún himno de la ciudad, extrañado de que Castellón no tuviera una obra cantada como si la tienen Almazora, Vila-real o Nules, sin ir más lejos. Él sabía bien de la existencia del Rotllo i canya de Pepe García como pasodoble festero y de la Marxa de la Ciutat, de Matilde Salvador como música para las grandes solemnidades cívicas, pero no como himno, dado que nunca tuvo letra.

Sí se sorprendió mi interlocutor cuando le dije que en 1934 la corporación municipal había propuesto declarar el Capricho árabe de Tárrega como himno oficial de Castellón, moción que no prosperó. Años más tarde, tres músicos castellonenses escribieron un himno a la ciudad, dos de ellos con letra en castellano, los de Rafael Roca (1952) y Joaquín Beser (1960) y otro sin ella el de Joaquín Marzá (1994). Los dos últimos se estrenaron por la Banda Municipal de la que eran miembros los autores y el primero está sin darse a conocer, aunque el autor de este texto lo aprendió de boca del propio compositor.

Nunca tuvo el consistorio intención de auspiciar un himno. Sobraba con la solemnísima Marxa de la Ciutat que emociona, pese a su breve duración de 29 compases. Con esta obra, en 1945, Matilde Salvador ganaría el concurso convocado en el Certamen Literario de las fiestas de la Magdalena, para componer una Marxa de la Ciutat, con una partitura en la que se incluye un fragmento de la ópera La filla del rei Barbut cuya letra escribiera Manuel Segarra. H

*Cronista oficial de Castellón