Hermanos: por esas cosas que pasan en las que en un segundo te cambia la vida, el Consell de la Generalitat del pasado viernes, me nombró director general de Urbanismo. Un cargo que, para mí, como profesional del urbanismo, es el máximo cargo político al que puede aspirar un urbanista y por el cual me siento profundamente honrado y en el que espero dar lo máximo de mí para que los valencianos puedan vivir e invertir mejor en nuestra tierra.

PERO NO ES de eso de lo que os quiero hablar. Resulta que, cuando surgió la noticia y la primicia fue recogida en las páginas interiores del Mediterráneo, por las malas pasadas que te juega el montaje de noticias, publicidad institucional y de la otra, bajo las fotografías mía y la de Emili Obiol, flamante director general de Puertos, Aeropuertos y Costas (al que aprovecho desde esta columna para felicitarlo por su nombramiento y desearle los mayores éxitos en su nueva etapa), ya digo, bajo nuestras dos fotos, el montador de la página puso un anuncio institucional del Ayuntamiento de Castelló que, con un titular, que coincidía justo con el pie de nuestras fotos, decía: «Cucarachas». Y más abajo rezaba así: «Si queremos evitar cucarachas en nuestro entorno, deberemos colaborar todos».

LA VERDAD es que la casualidad no tiene desperdicio por todas las interpretaciones a las que pueda dar lugar. Y todavía estoy partido de risa. Pero si es una premonición, queridos hermanos, ya sabéis que las que sobreviviremos incluso a un holocausto nuclear seremos las cucarachas. Toda una premonición política. Amén.

*Abogado. Urbanista. Director general de Urbanismo