El gobierno de los egos que conviven en el vestuario de un equipo de fútbol es la tarea más difícil para un entrenador. Los jugadores viven en un ecosistema de excesiva protección y en una realidad excesivamente cargada de idolatrismos perversos y de excesivas loanzas que debilitan más que fortalecen las personalidades. Un club nunca debe ser esclavo de sus jugadores. Un ejemplo claro es el actual vestuario del FC Barcelona, que necesita una urgente reestructuración de su plantilla y restablecer lo que se podría denominar como el orden jerárquico y la recuperación de la autoridad para devolverla al entrenador y al club, puesto que ahora pertenece a los pesos pesados que emanan su influencia por encima de los roles que deberían tener asignados cada uno de los jugadores.

Un club que deja en manos de los futbolistas el poder está condenado al fracaso. Incluso, tampoco los técnicos deben asumir una cuota excesiva de mando, más allá de las propias de su cargo. En el Villarreal he vivido pulsos importantes de todo tipo. En algún caso pusieron en peligro la estabilidad del club y el pago de poner orden fue la pérdida de muchos millones. Los contratos están para cumplirlos de forma bidireccional. El club con los jugadores y también, por supuesto, estos con quien les paga puntual, generosamente y les dispensa un trato exquisito para que no les falte de nada para desarrollar su trabajo.

El Villarreal hace muchas cosas bien. Nunca he dudado en afirmarlo, pero también tiene lagunas en su estructura de funcionamiento que debe solucionar cara al futuro. Por ejemplo, esta semana Calleja tuvo que ejercer el papel de portavoz del club y llamar a las cosas por su nombre. El caso Ekambi no puede afectar a la dinámica de uno de los mejores vestuarios que he conocido en el Villarreal. No es fácil encontrar gente como Albiol, Iborra, Pau, Cazorla, Trigueros, Gerard Moreno, Mario... todos juntos en una misma caseta. Profesionales de primer orden y líderes positivos. De otra forma, el Villarreal no hubiera superado una difícil situación deportiva tras sumar solo dos de 18 puntos posibles hace dos meses.

La gran verdad es que Ekambi quiere marcharse y está forzando la máquina para ello. Su agente lo está ofreciendo a diestro y siniestro y por ello clubs como el Lyon pretendían sacar partido de las aguas revueltas. La versión oficial es que no estaba disponible para jugar en Orihuela. Entiendo a Calleja. ¿Qué tiene que decir? ¿Que su jugador le está lanzando un pulso al Villarreal? Ya dijo bastante ciñéndose a la cláusula de rescisión. Más claro y transparente no podía ser ya el entrenador.

La mejor política de comunicación es dar la cara y decir siempre la verdad o lo más próximo a ella y que se pueda contar. No me gusta el camino adoptado por Ekambi. Me parece irrespetuoso con compañeros como Cazorla, Funes Mori, Morlanes, Bacca, Ontiveros, Andrés, Peña... que son o han sido suplentes y que tienen una calidad futbolística tan importante como la del camerunés. Ekambi está equivocado. No sé si saldrá o no del club (no le veo futuro), pero lo que tengo claro es que no debe jugar con el Villarreal. Las cosas claras.