ACalleja no le funcionó el plan Ipurua... ni tampoco el plan A (2-1). El técnico amarillo resolvió su eterno debate entre lo que él quiere --y en lo que cree-- con un planteamiento más conservador. La idea funcionó a medias y solo durante 45 minutos en los que apenas generó ocasiones, pero durante los cuales tampoco sintió peligro. Luego, con el marcador en contra activó el plan A, con todo su arsenal ofensivo. Solamente un trazo de calidad en una acción aislada que significó el empate… y poco más. El Eibar llevó de cabeza al Villarreal. Dos goles en sendos remates aéreos con el agravante de que un jugador (Orellana) que apenas supera el 1,65 de estatura fue el verdugo en el descuento. Derrota justa y merecida de un Submarino que apenas enseñó las garras.

Ipurua era un test similar al de El Sadar. Rival incómodo, que exprime el juego de bandas y explota el centro al área, ejerciendo una fuerte presión sobre la posesión del balón. El Eibar es Mendilibar. Su estilo es tan reconocible como el del Villarreal. Y en ese hábitat hay que saber manejarse. Calleja se equivocó en Pamplona con la disposición un tanto suicida en el once de partido. Anoche se mostró más cauto. Cuatro cambios respecto al equipo que ganó cómodamente al Alavés, lo que suponía una dosificación de esfuerzos equilibrada que mantenía el armazón y otorgaba descanso a Gerard, Cazorla o Moi. Basándose en la velocidad, alineó a Ontiveros y Chukwueze abiertos a las bandas, con tres mediocentros como Trigueros, Anguissa e Iborra como equilibrio.

RECELO LOCAL // El Eibar tampoco engañó a nadie, pero sí que estuvo más replegado que en otras ocasiones esperando al Villarreal más en su campo. Las únicas ocasiones locales en el primer tiempo llegaron en jugadas similares de manual: centro y remate en el área. Pau y Albiol apenas tuvieron que lucir galones.

El Submarino apenas avistó la portería de Dmitrovic. La única acción destacada arribó al filo del descanso. Chukwueze llegó en boca de gol, pero el nigeriano no encontró el remate fácil y mandó el balón a la grada. Ni sufrió ni hizo sufrir en Eibar. La eterna historia de la manta, que si te tapa los pies, te deja al descubierto la cabeza. No obstante, viendo la botella medio llena, los amarillos volvieron a mostrar, como en Cornellà ante el Espanyol, una imagen de equipo fiable.

Los armeros exhibieron más el estilo Mendilibar en la segunda parte. Adelantó la presión y ofreció sensación de peligro. Las señas de identidad de los eibarreses aparecían en escena mientras el Villarreal cedía poco a poco terreno. Tanto, que al cuarto de hora, el cabezazo de Kike García durmió mansamente en la red.

Calleja puso el despertador a sonar. Metió a Moi por un de-sapercibido Ontiveros. Luego, con Gerard Moreno por Trigueros, pasó al 4-4-2. El último cartucho fue echar mano de la clase de Cazorla. En 20 minutos había que poner en marcha un plan nuevo.

CASI LLEGA EL 2-0 // Pero el Villarreal no despertó. Incluso, Orellana pudo hacer el 2-0, que evitó Asenjo. Luego, Kike García tiró al travesaño. Los amarillos, sin tiempo, se sentían cada vez más incómodos. Mendilibar ordenó una presión asfixiante y estrechó espacios adelantando la zaga, lo que dejaba al Submarino sin su mejor arma: el balón. Pero cuando tienes tanto talento, en cualquier acción puede salir cara cuando antes todo era cruz. Y, precisamente, en una salida tan arriesgada como limpia, una jugada made in Calleja: pase medido al hueco de Pau, Gerard lo lee a la perfección, se mete entre líneas y supera al meta con un sombrero. Golazo del pichichi y resumen de eficacia máxima del Submarino.

El Villarreal no supo controlar los minutos finales, que fueron un correcalles. Intercambio de golpes en el que salió perdiendo el Submarino. Del 1-2 que tuvo Toko Ekambi en sus botas, se pasó al 2-1 de Orellana. El Eibar fue mejor y mereció el triunfo ante un Submarino inofensivo.