El Atlético de Madrid entregó la Liga con un empate en el estadio Wanda Metropolitano cuando ya dio por ganado su partido frente al Girona (1-1), igualado por Portu en un fallo defensivo a quince minutos del final, cuando el argentino Diego Simeone ya había reemplazado a Diego Costa y Antoine Griezmann.

Quizá estaba tan presente el encuentro decisivo del martes en la Copa ante el Sevilla, el hecho de dosificar esfuerzos en futbolistas determinantes, el sentir que la victoria, y era así por sensaciones y mínimas ocasiones rivales, estaba encarrilada que el Atlético se olvidó unos instantes de la Liga. Y lo pagó: 1-1 y un casi seguro adiós a la competición.