Hay que dejar muy claro que este Nápoles es un rival de primerísimo nivel y máxima dificultad. Un equipo compensado tanto en ataque como en defensa, que maneja bien los espacios y los tiempos. Un conjunto que también se comprime y se expande con igual armonía, según lo reclame el partido. Fútbol de autor de la mano de Maurizio Sarri, que ha aparcado el puro manual italiano para proponer un fútbol que guarda más respeto por las formas y que se acerca a la estética.

El cuadro partenopeo mezcla el rigor defensivo del libreto de Arrigo Sacchi y el gusto por la pelota de Cesare Prandelli, pero se adapta a cualquier paisaje manejando por igual el ataque posicional combinado, el juego directo y el contraataque. El Nápoles es capaz de progresar en la cancha juntando pases gracias al buen escalonamiento de su jugadores más creativos (Jorginho, Hamsik e Insigne), apoyándose en unos laterales (Hysaj y Ghoulam) que manifiestan mucha amplitud ofensiva por los carriles exteriores. El brasileño atesora la primera recepción y, ahora, el eslovaco se echa más atrás para participar en la gestación del juego, haciendo de lanzadera, al tener una visión más periférica de la jugada, siendo el italiano quien pasea su habilidad entre líneas y Callejón quien rompe al espacio por el carril del 8. Arriba intercambian posiciones, aunque la mayor parte de las acciones terminan con cambios de ritmo intensos, los que le otorga Higuaín, su referencia en ataque, una permanente amenaza aunque siempre ofrece unos síntomas de ansiedad.

TODOS A DEFENDER // Defensivamente, la gran predisposición al esfuerzo de todos sus elementos facilita el pressing alto, con el objetivo de recuperar y generar ataques verticales. Luego, cuando roban, van directos a la yugular, obligando al oponente a recibir de espaldas. El Nápoles, con metros para correr, es difícil de contener. Ya que los partenopeos son expertos en detectar y aprovechar cualquier desajuste en la retaguardia del adversario, realizan, igualmente, una buen ocupación de zonas de remate.

En general, intentan acabar todos sus ataques con remates, para poder reorganizarse en defensa. Al ralentizar el proceso ofensivo del rival, el Nápoles maquilla alguna debilidad defensiva producida por la vocación ofensiva de sus dos laterales, que alguna vez descubren sus espaldas. Aquí destaca la importancia de Allan (un todoterreno y buen recuperador) y Jorginho (no duda en recurrir a la falta táctica). La zaga está respaldada por Reina, más ágil que nunca y con una gran jerarquía sobre sus defensas. Con el marcador a favor sabe acomodar el partido a sus intereses, bajando las revoluciones del juego a través de grandes porcentajes de posesión. En Verona, por ejemplo, los de Sarri tuvieron un 69% de posesión y Jorginho llegó a efectuar hasta 218 toques de balón.

ARGUMENTOS // Dos aspectos más a destacar en un equipo al que se le ven pocos defectos. Uno es el extenso catálogo en jugadas de la estrategia en el balón parado; el otro que, en el 90% de los partidos de liga haya utilizado un once tipo que sabe jugar de memoria. Por eso, y por la categoría de sus futbolistas, este Nápoles es un gran equipo y tiene las ideas muy claras en cada momento. H