Fernando Roig tenía ayer muchas cosas que decir... y no se guardó ninguna. El presidente tomó la palabra con ocasión de la ofrenda del equipo a los patrones de Vila-real y no dejó a nadie indiferente. Lo que más trascendió a nivel nacional fueron sus alusiones al polémico partido ante el Sporting de la última jornada de la pasada Liga, pero su alegato no se quedó ahí, sino todo lo contrario.

En primer lugar, quiso Roig contextualizar la situación de su Villarreal tras las últimas críticas: “Estamos entre los 20 mejores equipos de España y entre los 70 mejores de Europa, así que pese a la decepción de no jugar la Champions, el año sigue siendo muy ilusionante”. Añadió lo siguiente al respecto: “Cuántos quisieran estar en nuestra situación”.

Sin duda, el tema estrella fue el cambio de entrenador. Un tema en el que el presidente dio su punto de vista sin tapujos: “Hubo un problema de honradez a final de temporada. Una persona no puede permitir que se haga lo contrario que quiere el Villarreal”. Se refería Roig, como es obvio, a la derrota ante el Sporting y las declaraciones de fidelidad al conjunto asturiano de Marcelino --sin citar al exentrenador, eso sí--.

Se explayó de la siguiente forma sobre el cambio en el banquillo: “No fue un problema de Musacchio, fue un problema del presidente del Villarreal. De lo que vio al final de la pasada temporada y lo que veía al principio de esta”. Roig asegura que la situación era insostenible: “No quería que pasara lo mismo que cuando se bajó y por eso tomé una decisión dolorosa, pero necesaria”.

LA última gota // Preguntando a Fernando Roig por qué eligió el momento elegido para destituir a Marcelino respondió lo siguiente: “Nos reunimos durante más de dos horas antes del partido en A Coruña y se explicaron una serie de cosas. Después se hicieron todas al contrario de lo que quería el presidente. El máximo responsable, que no el único, soy yo”.

Incidió el mandatario en que “esto es el Villarreal Club de Fútbol. Solo existe un club y una forma de actuar”. Rememoraba además otro hecho del citado año del descenso para justificar su decisión: “Hace tres o cuatro años subí una vez a un autobús y vi un nombre puesto en un cartel --se refería en este caso a Garrido--. Si ese día yo hubiera tomado una serie de decisiones, otras cosas hubieran pasado”.

El presidente defendía su gestión al frente del club --los resultados le avalan--, al tiempo que desvelaba los quebraderos de cabeza que el club le genera en casa: “Creo que en estos años aquí hemos hecho cosas bien, otras muy bien y otras no tan bien, pero tengo claro que los silbidos no es una forma de querer al Villarreal. Quien no quiera seguir esta línea de honradez, esté en desacuerdo, y tenga mejores ideas, aquí tiene las llaves, le tendré que hacer caso a mi mujer que me pide que me vaya a casa, pero no lo voy a hacer por los que quieren al club”.

Fernando Roig dejó claro que “no se puede hacer un club paralelo al Villarreal en el Villarreal, porque nos ha costado muchos años de honradez profesional y deportiva”, y pedía a la afición que “los que no lo quieran, que presenten alternativas o dejen de asistir al campo”. Sobre el clima que respira en el entorno, el directivo aseguraba que “hay un nerviosismo, no sé si es en contra de Fernando Roig o si es ser inconformista con el mundo”.

Proseguía de la siguiente forma con este alegato: “A todos nos hubiera gustado jugar en Champions, pero no ha podido ser por lo que sea; hemos conseguido una cosa muy importante que es jugar la Europa League, un gran torneo. A los que no estén de acuerdo, que vengan que el presidente les devolverá el dinero. No puede haber ese nerviosismo en la grada. Los que están de acuerdo, que callen a los que silban”.

Por último, al hilo de las salidas en la secretaría técnica de Antonio Cordón y Luis Rodríguez, contestó: “Nos apoyaremos en los técnicos que hay en la casa porque al final quien fichaba no era Antonio, sino el club. No decidían Antonio ni Luis, sino los que mandamos en la casa. Antes era Llaneza y ahora, Fernando”. H