No fue brillante. Ni siquiera espectacular. Pero hay noches en las que basta con un jugador iluminado (Vitolo) y un portero que lo para todo (De Gea). Aunque el marcador dicte un partido fácil y cómodo no lo fue tanto como parece. Pero España tuvo la virtud de convertir los minutos finales en un tesoro porque quien sabe si, al final, se tiene que jugar el primer puesto del grupo por la diferencia de goles. Por si acaso, la experimental selección de Lopetegi, que no tenía a los lesionados Piqué, Ramos e Iniesta, llenó los bolsillos con 4 tantos para quedarse tranquila.

Es obvio que no se vio el mejor partido de la nueva España de Lopetegi. Más bien, todo lo contrario, sobre todo en la primera parte. Todo era nuevo. Nuevo y chirriaba porque no gozaba de la estabilidad necesaria en todas las áreas del campo. En la defensa, con Bartra y Nacho formando un eje inédito, en el centro del campo, con Thiago teniendo los galones que le suelen corresponder al lesionado Iniesta, y en el ataque, donde Morata tenía lo que reclama: continuidad y minutos.

SUSTOS DE PANDEV // Pero España recibió dos sustos de Pandev en los primeros 20 minutos, que le sirvieron como serios avisos. En el primero, un cabezazo a quemarropa del veterano delantero macedonio demostró que De Gea tiene excelentes reflejos y no se le doblaron las manos. Después, sin embargo, Pandev no embocó un cabezazo desde el balcón del área pequeña que retrató la debilidad en el juego aéreo español. Superado ese doble disgusto sin que tuviera repercusión alguna en el marcador, España empezó a despertar. Nada espectacular, pero, al menos, no sufría atrás aunque tampoco generaba mucho peligro. El juego era espeso.

A Vitolo, ese exquisito y persistente delantero del Sevilla, le tocó reanimar a una insípida selección. Percutió por su banda derecha con criterio, tuvo la pausa necesaria para esperar el momento adecuado y se complementó bien con Carvajal, su lateral, inclinando de manera descarada a la selección hacia ese lado. Todo el fútbol iba por la derecha. Así llegó el gol, pero ni siquiera lo marcó España. Se lo marcó Macedonia en un imponente cabezazo de Velkoski que desarmó a sus propios compañeros. Y el premio para el gran partido de Vitolo llegó en la segunda parte, precisamente cuando Morata había sido ya sustituido por Aduriz.

Entonces, un quirúrgico pase de Busquets (el único azulgrana que fue titular, algo que no sucedía desde hacía 12 años) a Silva rasgó toda la defensa de Macedonia. Luego, Vitolo estaba donde se espera que esté un delantero. Atento a un mal rechace de la zaga cazando un balón aéreo que premiaba su gran noche.

Aún así, y a pesar de la aplaudida entrada de Isco por Koke, la selección vivió de las manos, firmes, poderosas y seguras, de De Gea y la zancada penetrante y punzante de Vitolo. Llegó el triunfo casi por inercia en una España que no tuvo la lucidez y puntería que había exhibido hasta ahora con Lopetegi. Pero gana con oficio, aprovechando que las piernas de Macedonia se rindieron en el tramo final. Resistieron con entereza durante 84 minutos y luego en uno se hundieron.

Monreal remató desde la izquierda un centro de Carvajal desde la derecha en un gol de los laterales y un minuto después, en el 85, Aduriz se convertía en el jugador más veterano en marcar con la Roja tras una nueva acción de Silva que Vitolo dejó pasar por debajo de sus piernas.

La mala noticia llegó en Liechtenstein, donde Italia, rival por el liderato, consiguió idéntico resultado. La azzurra ganó por 0-4 con goles de Belotti, que abrió y cerró la cuenta, Immobile y Candreva, demostrando que pondrá difícil la primera plaza. H