El Ministerio de Transición Ecológica sigue sin concretar actuaciones y para que las zonas afectadas por el temporal Gloria recuperen la normalidad, pero sí desliza otras medidas. Una de ellas es el posible cambio de deslindes en la línea de dominio público marítimo terrestre, lo que genera un rechazo mayoritario en Castellón, con independencia del signo político de quien se pronuncia.

Los cambios, recogidos por Levante, implicarían que propiedades situadas hasta ahora a una distancia prudencial de los límites serían afectadas, con el riesgo de derribos. El Reglamento General de Costas contempla la posibilidad de estas variaciones, en función de la voracidad del oleaje en estos extremos, pero los alcaldes expresan otras opiniones.

En Moncofa, Wenceslao Alós afirma que estas ideas «son propias de gente que no sale de los despachos, ya que no es viable la desaparición de todas las casas de la playa, que cuando fueron construidas estaban a más de 100 metros de la orilla y la regresión las ha acercado». Una idea parecida manifiesta su homólogo de Nules, David García. «Las viviendas no se han movido, pero se ha perdido terreno cada año», explica.

Ante la opinión lanzada el miércoles por el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, que acusó de estos efectos a la especulación urbanística, la alcaldesa de Almenara, Estíbaliz Pérez, valora que cada localidad «tiene sus circunstancias, y por tanto no es válido generalizar». En este municipio, uno de los más afectados por los temporales más recientes, «hay un proyecto para construir espigones, que de haberse ejecutado nos hubiera protegido». Desde Almassora, Merche Galí no ve bien el cambio de deslindes. «Si hay golpes de mar, es porque no queda apenas playa, ya que no se han tomado medidas contra la regresión, y sobre todo en localidades cercanas a puertos».

PASEOS MARÍTIMOS / Otro debate tiene que ver con la idoneidad de reconstruir paseos marítimos y viales. La mandataria de Burriana, Maria Josep Safont declara que las continuas reformas «son el resultado de la inoperancia e inacción de Costas, ya que de haberse hecho las inversiones acordadas para el litoral sur de Castellón no estaríamos donde estamos, y habría una protección de terrenos y propiedades que ahora no hay». En línea parecida se expresa Estíbaliz Pérez. «Sin paseo, las consecuencias hubieran sido peores, y si ya estuvieran las obras de los espigones realizadas, que deben empezar a ejecutarse antes de que acabe este mismo año, no habría estos destrozos».

Tanto estos dirigentes como los de la franja del norte coinciden en que, con los daños aún presentes, la prioridad pasa por arreglar los destrozos, y marcar actuaciones estructurales. El alcalde de Peñíscola, Andrés Martínez, afirma que ahora «no se pueden quedar las cosas destruidas y escapar de la responsabilidad actual; el debate sobre otras cuestiones tiene llegar más tarde, y no creo que se tomen decisiones drásticas de manera unilateral». En Vinaròs, Guillem Alsina defiende que las ideas de Costas «son aplicables en puntos como Sòl de Riu, pero en las zonas urbanas norte y sur de nuestra ciudad tenemos que garantizar el acceso y resulta inviable echar a sus habitantes».

Benicarló es un punto que desafía algunos argumentos lanzados en las últimas jornadas, ya que la parte más afectada por las olas es la costa norte, precisamente la que cuenta con un mayor grado de protección y que no está urbanizada. Xaro Miralles relata que cada punto «tiene su idiosincrasia, y en nuestro caso sufrimos la erosión de los acantilados, por lo que hay negociado con el ministerio un plan de protección factible y sostenible». En cambio, la parte de la playa del Morrongo las inmediaciones del Parador de Turismo «han sufrido menos, porque cuentan con la protección del puerto».

La mayoría de mandatarios consultados por Mediterráneo hablan del cambio climático, y del riesgo de que vuelva a haber incidencias en un futuro cercano. Pero al mismo tiempo señalan que existen medios de protección, que requieren de la inversión de las administraciones competentes. «Castellón es una de las cuatro zonas de España más afectadas por la regresión, pero no se han hecho obras de defensa en los últimos 10 años», asevera Alós. De haberse realizado, posiblemente la factura de las reparaciones sería menor.