Varapalo por partida doble a un partido triste por la ausencia del líder. Varapalo endulzado, si se quiere por una expectativa de Govern casi paritario con la lista de Carles Puigdemont y una investidura más fácil (solo se precisa la abstención de la Candidatura d’Unitat Popular). Endulzado, asimismo, por su récord de escaños y votos en la era moderna y por haberse quedado a décimas de los posconvergentes. Pero no deja de ser sacarina.

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha perdido su duelo con Ciudadanos y, también, con el Partit Demócrata Europeu Català (PDECat) y su candidatura, Junts per Catalunya (JxCat). Poca sacarina para tanta derrota. Poca victoria comunitaria para forzar el retorno de los exconsellers presos Oriol Junqueras y Quim Forn y de los los Jordis, Sànchez y Cuixart.

Queda también la honrilla. El decir que apenas 9.000 votos le separaron de los posconvergentes. Incluso que su tesis, la de las listas separadas, era acertada. Con mayor participación, mayor voto constitucionalista, la suma de los sufragios de JxCat y ERC supera en cuatro escaños a la de Junts pel Sí (JxSí) en el 2015. El ir cada uno por su cuenta ha tapado la fuga de votos hacia la CUP lo que permite, además, que la investidura del candidato de la lista de Puigdemont (¿quién?) lo tenga, paradójicamente, más fácil.

Pero no era eso lo que los republicanos anhelaban. Sabían que tenían una oportunidad histórica por reverdecer viejísimos laureles y por colocar a un republicano en la presidencia del Govern. Y de ahí se explica por qué la expectación fue mudando en gravedad en la noche electoral republicana en la Estació del Norte. Y se fuera volviendo al estado de tristeza con el que los republicanos empezaron la campaña, por tener a su líder, Oriol Junqueras en el Centro Penitenciario Madrid VII.

DOBLE DECEPCIÓN / Esquerra era consciente de que tenía difícil el triunfo en número de votos, pero confiaban en mantener la primacía sobre Ciudadanos. En los últimos días había desaparecido, a la luz de los sondeos, la preocupación porque la lista de Puigdemont les aventajara. La decepción fue, por tanto, doble.

«Sabemos que es difícil de digerir, pero pese a todo son unos buenos resultados para el independentismo», señaló, con voz grave, eso sí, un cargo del partido. «Se ha demostrado que por separado con JxCat se ha sumado más. ERC ha especializado el voto metropolitano con porosidad hacia el PSC. Y JxCat ha hecho lo propio con el independentismo de pata negra y alejado de Barcelona», sentenció. Marta Rovira hizo de tripas corazón y salió al atril de la antigua estación de tren. Fue la última de todos los candidatos reales en hacerlo. Óbviamente cogió el toro por los cuernos más favorables: «El independentismo ha vencido al 155. Mariano Rajoy ha perdido el plebiscito que planteó sobre el artículo 155» clamó con tono, incluso, eufórico. «A pesar de todas las ofensivas, la judicial, la policial, la política… hay una suma claramente republicana que ha vuelto a ganar las elecciones y a renovar el mandato democrático» sentenció.

Tras recordar que en estos comicios ha habido «una participación récord», lo que había provocado mil y uno augurios negativo para el independentismo, Rovira preguntó al presidente del Gobierno: «Señor Mariano Rajoy, ¿se sentará de una vez a negociar? Tiene que aceptar los resultados como demócrata». La republicana fijó, incluso, las bases de ese diálogo: «Queremos una negociación política y democrática. Retire el artículo 155, libere a los presos políticos y permita el retorno de los consellers que están en el exilio».

EXPLÍCITA ADMISIÓN / La secretaria general de ERC admitió que era «obvio» que su partido deseaba ganar los comicios, pero que a la vista de los resultados, es decir de la mayoría secesionista, afirmó que su fuerza «trabajará incansablemente por la justicia social y la igualdad». En esta línea, de aceptación del triunfo posconvergente en el derbi interno, Rovira felicitó a JxCat por la primacía parcial y a la CUP por garantizar, con sus escaños, la pervivencia de la superioridad numérica en escaños.

También tendió la mano a los comuns, haciendo oídos sordos a las advertencias de Xavier Domènech de que se iba a encuadrar en la oposición al futuro Govern independentista, y aseguró que estaba convencida de que «hallarían espacios» donde colaborar, en referencia a la construcción social de la república que Rovira ha ido predicando en estas semanas de campaña.

Evidentemente, el momento más emotivo fue su referencia a los encarcelados, y entre ellos, al líder del partido, Oriol Junqueras, que se supone seguía la noche electoral desde su celda en Estremera.