La gastronomía de Castellón es un relato de mar y tierra, donde la frescura de sus productos y la tradición de sus recetas se entrelazan para crear un festín culinario inolvidable. En cada plato se vislumbra el alma de una provincia que vive y se alimenta de sus raíces, invitando a todo aquel que se acerque a saborear la autenticidad de su cocina

El mar Mediterráneo, generoso en sus dones, otorga a Castellón un tesoro inigualable: el pescado fresco. Ello permite elaborar platos que van desde el suquet de peix, un guiso marinero tradicional, hasta la paella marinera o la fideuà. Sin embargo, no se puede entender la gastronomía de Castellón sin explorar las bondades de su fértil huerta. Tomates jugosos o alcachofas tiernas son solo algunos de los tesoros que brindan sus campos. Estos ingredientes se transforman en manjares como el tombet o el all i pebre, platos arraigados en la tradición campesina y en la pasión por la buena mesa.

Todo ello se complementa con el sector ganadero y la tradicional matanza del cerdo, que era antiguamente la base del sustento de las gentes del interior de provincia. Todavía hoy tiene lugar en muchos hogares siendo todo un ritual y punto de partida de muy variados platos. 

¿La paella?

Si a un desconocido le preguntaras por cuál es el plato más típico de Castellón, posiblemente su respuesta fuese paella, tan característica de la cocina valenciana. Sin duda un plato emblemático que está presente en todos los rincones de la provincia. Pero aquí, en Castellón, la paella adopta matices únicos, fusionando arroz con sabores marinos y terrestres. Conejo, pollo, pato, marisco y verduras frescas, entre otros productos, se entrelazan en una danza de aromas y texturas que conquista paladares con cada cucharada.

Así, la paella se ha convertido desde hace mucho tiempo en un plato que ha trascendido fronteras y quizá se haya perdido ese valor de lo nuestro. Es por ello que el testigo de la paella lo tiene, sin duda, la olla. Tras analizar la gastronomía local de los 135 municipios de Castellón se ha podido llegar a la conclusión que la olla, con diferentes apellidos, es la receta por excelencia en muchos de los pueblos. Y en las localidades en las que no figura como primera delicatessen también está dentro del recetario popular. Por ello, la olla se ha convertido en la joya de la corona culinaria en la provincia de Castellón y encontramos algunas más representativas como la olla catxapanda (les Coves de Vinromà), olla segorbina (Segorbe), olleta de capella (la Jana), olla barreja (Santa Magdalena de Pulpis), olla recapte (Vallibona), u olla de juni (Aín).

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Algunas curiosidades

En el ranking del plato típico de cada localidad se encuentran algunas recetas muy curiosas como los pedos de fraile, que son un dulce frito parecido a los buñuelos pero con miel, muy característicos de Azuébar; la pericana, que consiste en un guiso de pimiento, tomate, ajo y bacalao desmigado, típico de Canet lo Roig; el arròs en peres roges, un curioso plato donde se mezclan la fruta y el guiso más tradicional que tiene una apariencia caldosa o melosa y que parte de un sofrito a base de tocino y bacalao, muy representativo en Costur; el ajilimojili de Gaibiel, una salsa ideal para aplicar junto a hierbas aromáticas en pescados, carnes a la parrilla, horno o cocinados a la plancha; o el principi, un plato que antiguamente se elaboraba como a entrante para las bodas, con sangre, huevo y almendra y es santo y seña en Vistabella.

Dulces

Otro apartado muy destacado en la gastronomía de la provincia es el dulce, pues en muchas localidades un postre es lo más típico en su manual culinario. Algunos de los ejemplos los podemos ver en Morella, con su flaó, un hecho con aguardiente o anís relleno de requesón de oveja y almendra; las oropesinas, un dulce de almendra de Orpesa, los bunyols de Suera; los rosegones de Serra d’En Galceran; o los casquetes de cabello ángel de Sant Jordi

Sin duda, Castellón es una provincia para comérsela.