AL CONTRATAQUE

Aleph (I)

Paco Mariscal

Paco Mariscal

El Aleph, vecinos, es la primera letra del alfabeto hebreo. Letra envuelta de simbolismo religioso entre los descendientes de Abraham. El Aleph es también, en un genial relato del argentino Jorge Luis Borges, el círculo escondido en el sótano de una casa desde el cual se pueden observar todos los ángulos posibles del universo. El cuento o novela corta de Borges es una muestra señera del llamado realismo mágico o fantástico en la literatura castellana del siglo XX. En la narración de Borges tropieza uno con muchos elementos autobiográficos del escritor, nacido junto al Río de La Plata. Junto a nuestro Riu Sec no tenemos círculo o punto semejante desde donde poder observar todos los ángulos de la realidad. Pero desde la orilla de nuestro cauce seco se vislumbran algunas realidades de nuestra huerta y secano. Por ejemplo, las convocatorias y mítines de la continua campaña electoral en recintos cerrados. O también el bullicio callejero --cultural, festivo y multitudinario-- junto al Riu de Millars, por donde Vila-real; es el teatro abierto, y sin paredes ni butacas a escasos quilómetros del Riu Sec, que es el pariente, hídricamente pobre, del Millars. Comencemos por la farándula en la población donde ejerce su piadoso mecenazgo Sant Pasqual.

Calles limpias de gentes

Entrada la noche del pasado sábado, las calles de las poblaciones hispanas aparecían limpias de gentes. Retransmitían el final de un campeonato de fútbol. Sin embargo, en las céntricas calles de Vila-real se agolpaban los paisanos, mayoritariamente jóvenes, de forma inusitada. Acudieron a un teatro callejero de altura: la altura de un aniversario como los 40 años de experiencia y trabajo de Xarxa Teatre; la altura de los cómicos colombianos invitados; la altura de los ágiles actores de Générik Vapeur, que llegaban desde la Marsella gabacha y vecina; y a la altura, claro está, de los centenares de jóvenes que siguieron y participaron en el evento cultural, que bailaban en las calles acompañados del estruendo de los tambores y los acordes de dulzaina, que tatareaban el Micalet Garsia, xic treballador o la manta al coll i el cabasset, o que escuchaban la especial instrumentalización de los Recuerdos de la Alhambra de Tárrega. Allí se mezcló lo local con lo internacional, lo popular con lo clásico, muchísimo público con sangre nueva y bastante público cargado de arrugas y achaques, que a duras penas seguíamos aquel teatro andante y espectacular. Una espectacularidad acompañada de ritmos que se convertían en bailes informales entre luces de bengalas y fuegos artificiales. Fiesta y cultura desde el ángulo más agradable que ofrece la realidad: la antigua farsa del comediante callejero de gesto expresivo y agilidad acrobática sin palabras.

En pancartas

Las palabras aparecieron escritas en pancartas. Eran frases cortas con aspecto de apotegma o sentencia breve. Se descolgaron las pancartas en el tramo final, y se descolgaban con cierta parsimonia y dificultad. De forma concisa, los apotegmas movían a la reflexión en torno al valor social de la cultura, la comunicación o el teatro: Qualsevol lloc és bó per expressar-se./L’art és el crit de l’ànima./ Cuando callas algo de ti se va muriendo./Les nostres diferències ens fan iguals. Todo en la noche y en espacios abiertos.

A los espacios cerrados preelectorales acudiremos la próxima semana, acompañados de apotegmas del ciego, aunque clarividente Borges, clásico de la literatura hispana y adversario declarado del populismo del dictador Juan Domingo Perón.

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