BABOR Y ESTRIBOR

El bueno de Sánchez

El padre Évole confesó al presidente del Gobierno sin apretarlo y dejándole lanzar su mensaje

Basilio Trilles

Basilio Trilles

El padre Évole confesó a Pedro Sánchez, sin apretarlo y dejando al presidente pista libre para lanzar el mensaje que, desde hace días, vienen urdiendo él y los cientos de asesores asentados en los sótanos de la Moncloa: «Pinchar la burbuja malvada del sanchismo» auténtico cóctel de «mentiras, manipulaciones y maldad». Fruto de lo que este sorprendente Lázaro de la política nacional (salió muerto de Ferraz y resucitó para volver con poder de emperador, merced la anuencia de las bases) considera una gran confabulación de la derecha mediática con el apoyo involucionista del poder económico: «Siga el rastro del dinero y sabrá de qué hablo», llegó a decirle al periodista catalán, el cual no tuvo el más brillante de los aciertos en su papel de acreditado entrevistador. ¿Estamos ante una conspiración judeo-masónica?

Siempre se ha dicho que el tótem del poder monetario viene por aquella rama oscura que alentaba los discursos del dictador Franco. Sánchez insistió en su papel de víctima, en un tono y unos ademanes ciertamente reveladores para los expertos en lenguaje gestual. Inquieto está un rato largo. Como inquieto está el cotarro político, enfrascado en la tarea de poner en marcha los ayuntamientos y configurar los gobiernos de la comunidades, mientras los aparatos de las diversas banderías preparan la campaña electoral del 23J. Aunque podría decirse que estamos en una prolongación sin tregua de la batalla del 28M, circunstancia ciertamente cargante para el general de la ciudadanía. Y no digamos para los quinientos mil españoles obligados a prestar servicio en las mesas electorales a finales de julio. Sobre esto ya dijo Sánchez cuán beneficioso resulta para la salud democrática, aprovechando para introducir el recado estilo la Pasionaria: todo esfuerzo es poco en el deber de parar el avance de la derecha. A Évole le dijo que ganará las elecciones en votos y escaños. Los aspavientos del amigo entrevistador resultaron inevitables.

Torear en todas las plazas

Acudiendo a nuestro refranero, cual texto bíblico, Sánchez Pérez aplica aquello de hacer de la necesidad virtud y opta por torear en todas las plazas mediáticas a las que nunca ha querido acudir. Necesita hasta del territorio hostil para dar a conocer al verdadero presidente de la nación, de carne y huesos, con sentimientos, sufridor como cualquier mortal. Imperfecto, eso sí, pero leal a sus ideas aunque las evidencias del momento lo hayan obligado a la reflexión en bien del país, decidiendo enmendar el camino («no podría dormir tranquilo con Podemos en el Gobierno» y así un largo etcétera), pero jamás mintiendo. De esta guisa, con el guion aprendido en casa, le recitó a Évole la definición de mentir del diccionario de la Real Academia: «Mentir significa decir algo a sabiendas de que no es verdad con el propósito de engañar». Otra vez deje revelador del amigo entrevistador, pero obviando el hierro que pudiese dañar el mensaje del presidente.

De aquí al 23J vamos a tener Sánchez Pérez en todos los medios, o en casi todos, dispuesto a autoblanquearse la oscura imagen que él denuncia haber sido construida por un complot de los demonios de la derecha. Desde Ana Rosa y Patricia Botín, pasando por Carlos Herrera, Vicente Vallés, Jorge Bustos o Carlos Torres. Durante las próximas semanas tendremos ocasión de apreciar cómo un emulo moderno de Maquiavelo («el fin justifica los medios») y Groucho Marx («si no le gustan mis principios tengo otros») puede llegar a conmover a la ciudadanía confesando la parte más celosamente guardada: la de hombre bueno. Con esta salida del armario, dispuesto al mea culpa dentro de un orden, Sánchez Pérez vuelve a reinventarse en el intento de mantener la poltrona. Promete momentos de gloria.

Periodista y escritor

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